jueves, 31 de julio de 2008

Dos tendencias para el banquillo

Pudo ser la recesión mundial, quizás la verdadera convicción de directivos por traer sangre joven o tal vez el azar. Lo que se sabe es que hace tan sólo unos años atrás, ya fuese en clubes o seleccionados, la afluencia de jóvenes entrenadores se hizo sentir de manera ostensible.

Cuando creíamos que aquellos jerarcas de antaño, esos hombres que manejaban a su equipo desde la altura de saberse reales conocedores del fútbol mundial dada sus dilatadas trayectorias y su vasto conocimiento, se habían esfumado, se hicieron sentir tres grandes triunfos por parte de directores técnicos veteranos. El alemán Otto Rehhagel, conquistó la Euro del 2004 con la modesta Grecia, Marcelo Lippi hizo lo propio al mando de la Azzurri en el Mundial de Alemania 2006 y por último el español Luis Aragonés, con casi 70 años cumplidos logró devolver a su país la gloria de la Eurocopa tras 44 años de penurias.

Se equilibran las fuerzas entre generaciones y nuevamente se plantea la siguiente inquietud: ¿Qué se necesita para manejar un equipo y llevarlo a la gloria? ¿Juventud y empuje o más bien experiencia acompañada por un toque de calma?

La respuesta no es sencilla. Hay diversas vertientes con respecto al tema. Algunos aseguran que un entrenador mayor genera un ambiente paternalista que cobija a su plantel y lo induce a soltarse y mostrar todo su potencial. Por otra parte, los más osados afirman que un adiestrador joven certifica un trato cercano con el jugador, lo cual permite que el discurso sea mucho más directo. Todos parecen tener la razón, ya que los experimentados aportan sapiencia, audacia y datos que no se consiguen estudiando sino viviendo, mientras los jóvenes brindan nuevas ideas, energía y empuje. Los primeros se equivocan muchas veces por terquedad y los segundos por el calor del instante.

Unos y otros han sabido triunfar. Un veterano como Hiddink es sinónimo de resultado instantáneo, mientras los nóveles como Simeone o Garnero dan la impresión de construir un sólido proyecto a futuro.

El problema no es la elección, es la convicción con que se asuma la decisión. Varios ejemplos nos permiten corroborar que la edad no es lo primordial, un proyecto se saca adelante con el trabajo en conjunto y un apoyo irrestricto de todos los sectores del club o seleccionado.

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