Si los hinchas culés creían que la tan comentada y aparentemente vergonzosa calle de honor que debían hacer sus jugadores a los merengues era la mayor humillación que podían llegar a sentir, si pensaban que el peor momento en esta nueva edición del derbi español tan sólo duraría 20 segundos, simplemente cabe decir que no tenían claro el panorama en lo absoluto.
Ni en lo más remoto se pueden llegar a comparar unos breves instantes de aplausos al acérrimo rival, con el infierno de más de noventa minutos que debieron vivir los desorientados jugadores blaugranas a manos de los blancos. A decir verdad, la antesala del partido ha quedado a un lado ante tan nefasta presentación de los pupilos de un Rijkaard que ya ve llegar su salida.
Resulta grotesco pensar que el presidente de los azulgranas, Joan Laporta, por algún momento llegase a especular que con una goleada a favor podría aguarles la fiesta a los de Chamartín. Irónico, pues fueron borrados del terreno por el Real Madrid. Ni siquiera las buenas maneras de un Messi aislado pudieron hacer cosquillas a un envalentonado equipo blanco que quería celebrar por todo lo alto el título con su hinchada.
Se juntaron dos realidades diametralmente opuestas. Unos azulgranas en plena caída y unos merengues que cada día construyen un grupo sólido en busca de nuevos objetivos. El Barcelona no existió en el campo, ni siquiera se dio a la tarea de tirar de su orgullo catalán para dejarle un buen sabor a su afición. Un Valdés impotente poco podía hacer ante tantos remates a bocajarro, Yaya Touré parecía asfixiado, Márquez lucía aparatoso en cada entrada, Xavi no gravitaba, Henry era una sombra y al pequeño Bojan le pesaba la responsabilidad. Messi lo intentaba, pero él solo no podía ante unos blancos iluminados. Si los madridistas jornadas atrás no lograban conquistar a su hinchada, con este partido sí que los convencieron de su talento. Raúl, en lo suyo, el gol. Robben movedizo como en sus mejores momentos en el Chelsea, Diarra aportando equilibrio, Sergio Ramos salida constante, Casillas seguridad y el ‘Pipita’ Higuaín ese desparpajo que lo llevó a conseguir cuatro goles consecutivos vitales para encumbrar al Madrid en lo más alto.
En conclusión, los de Schuster tan sólo necesitan unos retoques, mientras que el más que seguro Barcelona de ‘Pep’ Guardiola requiere de un buen y muy sonoro revolcón.
sábado, 5 de julio de 2008
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