Como cualquier instancia final de un torneo de renombre, los partidos de ida de las semifinales de la Liga de Campeones no alimentaron la retina de los espectadores ávidos de buen fútbol.
Es cierto, por resultados Manchester, Liverpool, Chelsea y Barcelona están en la cima de Europa y por historia deberían jugar a ganar, apostar al fútbol de ataque y demostrar todo su talento en el campo, pero, sin duda alguna, estos no eran cotejos de exhibición en donde se pudiese apostar por el lujo y la magia, eran las semifinales del torneo de mayor prestigio de clubes en el mundo (con permiso de la Libertadores y el Mundialito). La técnica y la habilidad debían quedar a un lado y reemplazarse por galones de táctica, corazón, entrega y sobretodo orden. No se podía perder.
Si bien todos conocíamos la calidad de los cuatro oncenos, nadie esperaba partidos con jugadas de ensueño o marcadores abultados. Por el contrario, sabíamos que ambos encuentros serían cerrados, con pocos espacios y por supuesto con escasas emociones en los arcos.
Esperábamos una mayor propuesta de los locales pero no hubo tal. No se sacaron diferencias, ambos cotejos terminaron en tablas y si bien el Chelsea fue el más beneficiado ya que logró el empate en tiempo de reposición, no hubo ganadores o perdedores. Los invitados finales a Moscú siguen siendo una incógnita, las llaves continúan abiertas.
De ambos juegos se pueden sacar ciertas conclusiones. El Liverpool dejó claro que sabe jugar este torneo a las mil maravillas. Si bien la suerte no lo acompañó pues recibió un autogol en el último minuto, mostró corazón, velocidad, despliegue y sobretodo un importante poder para variar su libreto respecto al rival. Si tienen mayor suerte y no cometen errores pueden buscar su sexto título. En cuanto a los azules, quizás con la salida de Mourinho perdieron coherencia en su juego pero ganaron en lucha y deseo por mostrar al mundo de lo que son capaces.
Por el lado culé no cabe duda que con Messi a plenitud son candidatos incluso frente al todopoderoso Manchester. Se juegan la última baza de la temporada y para ellos no hay otra opción que ganar. Frente a ellos están los diablos rojos, quienes, pese a no mostrar su vertiginosidad de siempre en el Camp Nou, son favoritos por plantilla, juego colectivo y actualidad.
Cada uno deberá apostar a sus virtudes y como se vislumbró en estos dos encuentros, no arriesgar tanto de manera que no puedan perderlo todo.
sábado, 5 de julio de 2008
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