Aquél que dedica su vida a correr detrás de un balón y se mata por los colores del equipo que defiende. Ese personaje real que niños y jóvenes idolatran e incluso muchos mayores endiosan. Sí, ese es el jugador de fútbol. Principal protagonista de este deporte y el único que posee la fabulosa facultad de hacernos vivir el día más glorioso o la jornada más penosa.
Pero los futbolistas no son iguales. Existen los respetados incluso por los rivales, los que pasan desapercibidos y desde luego, la gama más particular, aquellos que generan pasiones encontradas y simplemente no pueden recibir un concepto neutro. Se les ama o se les odia.
Sin demeritar a figuras que a base de talento, trabajo y sobretodo clase, se ganaron el respeto y la admiración de propios y extraños, los verdaderos animadores de este deporte pasional no son más que aquellos futbolistas que generan sentimientos diametralmente opuestos, personajes que si bien pueden camuflarse como ángeles, sin dificultad también lo harían como demonios. Sin ellos no podríamos tener aquellas alteradas pero necesarias discusiones con el vecino, ni introducirnos en ese emocionante mundo del fútbol donde la apatía no tiene cabida.
Aunque varios pueden entrar en esta peculiar categoría, tres de ellos sobresalen. Uno aún juega al máximo nivel, el otro se encuentra retirado y el último se mantiene en el anonimato de una divisional de ascenso mientras quema sus últimos cartuchos.
Son los casos del español Guti, el paraguayo Chilavert y el italiano Di Canio. El primero es un genio capaz de realizar jugadas magistrales y salvar un partido con su talento. También puede perderse y pasar inadvertido. Pareciese ser anárquico, rebelde y tan sólo esperar el beneficio propio. La mayoría de madridistas lo consideran un baluarte, mientras otros tantos piensan lo contrario. No ayuda su mal carácter.
El caso del portero goleador es un tanto distinto, ni en su país, ni en los equipos que defendió fue resistido o vilipendiado. Nadie duda del amor que le profesaba su hinchada por sus tapadas, sus goles o su liderazgo. En cambio en los rivales despertaba odio por su aparente arrogancia y grosería.
El tema de Di Canio es más complejo. Fue ídolo de escuadras por su clase y también odiado por sus polémicas. Polarizó a Italia cuando tras un gol decidió hacer el saludo fascista. Es capaz de lo mejor (ganar el galardón FIFA al juego limpio) y de lo peor (empujar a un árbitro tras ser expulsado).
Gracias a todos ellos y sus similares, sin su aporte el fútbol no alcanzaría el sitial que se merece. Sería mucho menos humano.
viernes, 4 de julio de 2008
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3 comentarios:
Saludos, solo me di una vuelta por aqui por la frase que escribes... No quiero ser odioso, pero me gustaria que aunque no este patentada puedas darme un poco de credito... Porque esa frase es de mi invencion... y tengo toda la propiedad de decir eso... Esa frase tiene solo un par de años dando vueltas en el mundo... Mi nombre es José Luis... Pero toda expresion escrita de mis sentimientos, emociones o circunstancias lo escribo como Jolius Blanc... si fueras amable me gustaria que me dieras un poco de credito... quiero saber que lo que gira por el mundo es algo que yo le di sentido... gracias...
por cierto la frase a la que me refiero es (amado u odiado, pero jamas olvidado) gracias, y espero comprensión...
Tampoco quiero sonar odioso o pedante pero nunca he leído nada de tu autoría. Simplemente me pareció un título adecuado para el tema a tratar. Como no leí aquella frase de ninguno de tus escritos no podría referirme a ella como tuya. Quizás fuiste tú el que primero la escribió en la red, no lo se. En todo caso es una frase que, tal vez con algunos cambios sutiles, es bastante utilizada en la literatura clásica y moderna.
He aquí me respuesta y espero tu comprensión. Muy interesante que escribas acerca de tus sentimientos y emociones, yo simplemente escribo de fútbol y doy me humilde opinión sobre lo poco que puedo saber. Si me escribes el nombre de tu blog sería interesante leerlo y enterarme de otros temas. Saludos.
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