Pudo ser la recesión mundial, quizás la verdadera convicción de directivos por traer sangre joven o tal vez el azar. Lo que se sabe es que hace tan sólo unos años atrás, ya fuese en clubes o seleccionados, la afluencia de jóvenes entrenadores se hizo sentir de manera ostensible.
Cuando creíamos que aquellos jerarcas de antaño, esos hombres que manejaban a su equipo desde la altura de saberse reales conocedores del fútbol mundial dada sus dilatadas trayectorias y su vasto conocimiento, se habían esfumado, se hicieron sentir tres grandes triunfos por parte de directores técnicos veteranos. El alemán Otto Rehhagel, conquistó la Euro del 2004 con la modesta Grecia, Marcelo Lippi hizo lo propio al mando de la Azzurri en el Mundial de Alemania 2006 y por último el español Luis Aragonés, con casi 70 años cumplidos logró devolver a su país la gloria de la Eurocopa tras 44 años de penurias.
Se equilibran las fuerzas entre generaciones y nuevamente se plantea la siguiente inquietud: ¿Qué se necesita para manejar un equipo y llevarlo a la gloria? ¿Juventud y empuje o más bien experiencia acompañada por un toque de calma?
La respuesta no es sencilla. Hay diversas vertientes con respecto al tema. Algunos aseguran que un entrenador mayor genera un ambiente paternalista que cobija a su plantel y lo induce a soltarse y mostrar todo su potencial. Por otra parte, los más osados afirman que un adiestrador joven certifica un trato cercano con el jugador, lo cual permite que el discurso sea mucho más directo. Todos parecen tener la razón, ya que los experimentados aportan sapiencia, audacia y datos que no se consiguen estudiando sino viviendo, mientras los jóvenes brindan nuevas ideas, energía y empuje. Los primeros se equivocan muchas veces por terquedad y los segundos por el calor del instante.
Unos y otros han sabido triunfar. Un veterano como Hiddink es sinónimo de resultado instantáneo, mientras los nóveles como Simeone o Garnero dan la impresión de construir un sólido proyecto a futuro.
El problema no es la elección, es la convicción con que se asuma la decisión. Varios ejemplos nos permiten corroborar que la edad no es lo primordial, un proyecto se saca adelante con el trabajo en conjunto y un apoyo irrestricto de todos los sectores del club o seleccionado.
jueves, 31 de julio de 2008
miércoles, 23 de julio de 2008
El recambio ideal
Todos bien sabemos de la sapiencia, perspicacia y buen ojo para descubrir talentos de Arsene Wenger, pero, aún así no deja de sorprendernos la rapidez y fiabilidad con que este ingenioso francés consigue hacerse con jóvenes promesas que logran reemplazar a sus salientes estrellas, sobrepasando incluso, los pronósticos de los más optimistas.
Y es que si algunos pensaban que la última gran maniobra del adiestrador ‘gunner’ era el arribo del togolés Adebayor en reemplazo del histórico ‘Titi’ Henry, estaban bastante equivocados. La llegada del francés de origen argelino Samir Nasri como recambio directo del polivalente bielorruso Alexander Hleb es la más reciente y aclamada movida del galo. Los fanáticos ingleses no deben contenerse en lo más mínimo, a frotar sus manos porque disfrutarán de un jugador que haciendo pareja con Cesc deleitará a todos.
Si bien Hleb nunca tuvo la talla de un Henry, sí que supo darse a su equipo. Por eso, su salida al Barcelona podría haber resultado un tanto traumática para los intereses ‘gunners’ de no ser por la audacia de Wenger. Sí, el juego del bielorruso aportaba muchos galones en el esquema táctico del francés, pero ya tenía 27 años y aunque no se le puede considerar un veterano, su reemplazante, Nasri, tiene tan sólo 21 y por tal, posee mucho fútbol para brindar a su onceno.
Aunque en la Euro 2008 no brilló en su máximo esplendor ya que Domenech no arriesgó con él, es más que una segura apuesta a futuro. La afición gala se regocija con un mediocampo conformado por Ribéry, Ben Arfa y el mencionado Nasri.
Según algunos, es el más cercano sucesor de Zidane y no sólo por tener ascendencia argelina, sino por su depurada técnica, su clase, su elegancia para manejar los hilos del onceno y su excelso remate al arco con ambas piernas.
Además, los triunfos no son extraños para Samir. Su corta pero promisoria carrera cuenta con grandes apariciones en las categorías inferiores de la selección francesa y en su antiguo club, el Olympique de Marsella.
Una intrépida jugada de Wenger, este viejo zorro francés. Él y el Arsenal siguen siendo un digno ejemplo para todos. Así se gana, apostando por el talento joven, con firmeza y valentía.
Y es que si algunos pensaban que la última gran maniobra del adiestrador ‘gunner’ era el arribo del togolés Adebayor en reemplazo del histórico ‘Titi’ Henry, estaban bastante equivocados. La llegada del francés de origen argelino Samir Nasri como recambio directo del polivalente bielorruso Alexander Hleb es la más reciente y aclamada movida del galo. Los fanáticos ingleses no deben contenerse en lo más mínimo, a frotar sus manos porque disfrutarán de un jugador que haciendo pareja con Cesc deleitará a todos.
Si bien Hleb nunca tuvo la talla de un Henry, sí que supo darse a su equipo. Por eso, su salida al Barcelona podría haber resultado un tanto traumática para los intereses ‘gunners’ de no ser por la audacia de Wenger. Sí, el juego del bielorruso aportaba muchos galones en el esquema táctico del francés, pero ya tenía 27 años y aunque no se le puede considerar un veterano, su reemplazante, Nasri, tiene tan sólo 21 y por tal, posee mucho fútbol para brindar a su onceno.
Aunque en la Euro 2008 no brilló en su máximo esplendor ya que Domenech no arriesgó con él, es más que una segura apuesta a futuro. La afición gala se regocija con un mediocampo conformado por Ribéry, Ben Arfa y el mencionado Nasri.
Según algunos, es el más cercano sucesor de Zidane y no sólo por tener ascendencia argelina, sino por su depurada técnica, su clase, su elegancia para manejar los hilos del onceno y su excelso remate al arco con ambas piernas.
Además, los triunfos no son extraños para Samir. Su corta pero promisoria carrera cuenta con grandes apariciones en las categorías inferiores de la selección francesa y en su antiguo club, el Olympique de Marsella.
Una intrépida jugada de Wenger, este viejo zorro francés. Él y el Arsenal siguen siendo un digno ejemplo para todos. Así se gana, apostando por el talento joven, con firmeza y valentía.
jueves, 17 de julio de 2008
Fichando bien y a precios razonables
Llenan estadios, venden camisetas, son protagonistas de cánticos y el respetable suspira por sus jugadas. Pero, ellos, las estrellas del fútbol, no son los únicos que tiran del barco. Por si solos no ganan campeonatos. Un general no gana la guerra por su cuenta, son los soldados liderados por él quienes llevan al grupo a la cúspide.
Sí, suena bien para los hinchas el desembolso de una importante cantidad de dinero para fichar un ‘crack’ de renombre. Millones por un futbolista entusiasman, pero, ¿generaciones venideras recordaran aquella cifra estrambótica pagada por un único elemento? La respuesta es no. La gente solo se acuerda de ello si son campeones.
Sin ánimo de desestimar los posibles fichajes de Ronaldo o Robinho por cifras estrafalarias, son otros jugadores, menos reconocidos, quienes seguramente marcarán el devenir de sus nuevos equipos.
Unos llegaron por casi 20 millones, algunos menos de 10 e incluso uno que otro sin pagar un céntimo. Tal vez no se muestren tanto ante los medios, pero a la hora de coger un balón, podemos apostar que darán alegrías a la hinchada. Estos son los casos de Guerrón, Acosta, Hleb, Flamini, Modric, Poulsen y Ujfalusi.
El ecuatoriano puede ser un perfecto desconocido en España, pero en Suramérica sus gambetas no pasaron desapercibidas. Getafe lo disfrutará; El ‘Laucha’ sabe desbordar, asistir y marcar. En el Sevilla se hará aún más grande; El bielorruso sí que ilusiona. 15 millones de euros son poco para todo lo que puede dar al Barcelona. Maneja el balón como ninguno, su juego es claro, se desmarca con facilidad y su talento contagia; A coste cero, Flamini es toda una ganga que debe disfrutar el Milán. El Gatusso francés mejorado. Garra más habilidad para sumarse al ataque; El croata probó su calidad en la Euro, ahora en los ‘spurs’ derrochará su técnica; El danés lo dio todo para el conjunto Nervión, ahora la Juve se regocijará con sus anticipos, su fuerza y su entrega; El checo es el elíxir que necesitaba la defensa ‘colchonera’. Un jugador con gran personalidad para armar su retaguardia. Una garantía de seguridad.
No se les dio mucha prensa a sus pases, pero eso no les importa, su labor está dentro del terreno de juego y ahí sí que se notarán.
Sí, suena bien para los hinchas el desembolso de una importante cantidad de dinero para fichar un ‘crack’ de renombre. Millones por un futbolista entusiasman, pero, ¿generaciones venideras recordaran aquella cifra estrambótica pagada por un único elemento? La respuesta es no. La gente solo se acuerda de ello si son campeones.
Sin ánimo de desestimar los posibles fichajes de Ronaldo o Robinho por cifras estrafalarias, son otros jugadores, menos reconocidos, quienes seguramente marcarán el devenir de sus nuevos equipos.
Unos llegaron por casi 20 millones, algunos menos de 10 e incluso uno que otro sin pagar un céntimo. Tal vez no se muestren tanto ante los medios, pero a la hora de coger un balón, podemos apostar que darán alegrías a la hinchada. Estos son los casos de Guerrón, Acosta, Hleb, Flamini, Modric, Poulsen y Ujfalusi.
El ecuatoriano puede ser un perfecto desconocido en España, pero en Suramérica sus gambetas no pasaron desapercibidas. Getafe lo disfrutará; El ‘Laucha’ sabe desbordar, asistir y marcar. En el Sevilla se hará aún más grande; El bielorruso sí que ilusiona. 15 millones de euros son poco para todo lo que puede dar al Barcelona. Maneja el balón como ninguno, su juego es claro, se desmarca con facilidad y su talento contagia; A coste cero, Flamini es toda una ganga que debe disfrutar el Milán. El Gatusso francés mejorado. Garra más habilidad para sumarse al ataque; El croata probó su calidad en la Euro, ahora en los ‘spurs’ derrochará su técnica; El danés lo dio todo para el conjunto Nervión, ahora la Juve se regocijará con sus anticipos, su fuerza y su entrega; El checo es el elíxir que necesitaba la defensa ‘colchonera’. Un jugador con gran personalidad para armar su retaguardia. Una garantía de seguridad.
No se les dio mucha prensa a sus pases, pero eso no les importa, su labor está dentro del terreno de juego y ahí sí que se notarán.
sábado, 12 de julio de 2008
Un ‘crack’ atípico
Al parecer, para que un jugador de fútbol sea considerado como una estrella, múltiples factores deben entrar en escena. El elemento preponderante debe ser el talento, léase embelesar a la fanaticada con su juego. El susodicho también debe tener una imagen reconocida fuera del ámbito futbolístico, debe ser mediático. No puede estar ajeno a los escándalos ni tampoco ausentarse largo tiempo de las portadas de la prensa rosa. Resulta obligatorio que coquetee con los elencos rivales de manera que pueda venderse al mejor postor.
Por supuesto, hay excepciones, no todos cumplen las citadas ‘cualidades’, pero en este rubro tenemos algunos ejemplos. Ronaldinho, Ronaldo, Adriano y Robinho. Nadie niega que son unos superdotados para mover la pelota y es cierto que cuando están en forma nadie los para. Y sí, es maravilloso ver un regate de Ronnie, un lujo del luso, una definición del ‘Emperador’ o un par de bicicletas del madridista, pero resulta atroz ver la actual prominente barriga de Ronaldinho a causa de sus antojos, el feo oportunismo de Ronaldo para con su actual equipo y las fiestas sin fin en las que se ven envueltos Adriano y Robinho.
Si bien el talento es necesario y la imagen resulta importante, hay otros factores que deben ser los que marquen la pauta a la hora de encumbrar a los ídolos del balompié actual. La perseverancia, el liderazgo, la efectividad y el pundonor para defender tanto a su selección nacional como a su club.
La Euro sirvió para reconocer el talento de un ‘crack’ que se sale de los parámetros típicos. Un hombre que prefiere la sombra, Xavi Hernández. Un catalán que defiende los colores azulgranas como ninguno, pero que no se ahorra una gota de sudor para con la camiseta española.
Trabajador incansable, talentoso hasta la saciedad y con una inteligencia única para encontrar a sus compañeros y dejarlos en inmejorable posición de cara al gol. Sabe atacar, marcar y cuidar las espaldas de sus compañeros, dueño de un potente remate que utiliza para rescatar a su equipo cuando carece de definición. Exquisito en su manera de jugar al fútbol. Van Gaal lo hizo debutar en el 98 pues para él, el de Terrassa era el mejor organizador. Guardiola, su actual entrenador, quedó anonadado ante tanta calidad, en su momento dijo que sería Xavi quien lo jubilaría y así fue.
¡Grande Xavi! Un verdadero ‘crack’.
Por supuesto, hay excepciones, no todos cumplen las citadas ‘cualidades’, pero en este rubro tenemos algunos ejemplos. Ronaldinho, Ronaldo, Adriano y Robinho. Nadie niega que son unos superdotados para mover la pelota y es cierto que cuando están en forma nadie los para. Y sí, es maravilloso ver un regate de Ronnie, un lujo del luso, una definición del ‘Emperador’ o un par de bicicletas del madridista, pero resulta atroz ver la actual prominente barriga de Ronaldinho a causa de sus antojos, el feo oportunismo de Ronaldo para con su actual equipo y las fiestas sin fin en las que se ven envueltos Adriano y Robinho.
Si bien el talento es necesario y la imagen resulta importante, hay otros factores que deben ser los que marquen la pauta a la hora de encumbrar a los ídolos del balompié actual. La perseverancia, el liderazgo, la efectividad y el pundonor para defender tanto a su selección nacional como a su club.
La Euro sirvió para reconocer el talento de un ‘crack’ que se sale de los parámetros típicos. Un hombre que prefiere la sombra, Xavi Hernández. Un catalán que defiende los colores azulgranas como ninguno, pero que no se ahorra una gota de sudor para con la camiseta española.
Trabajador incansable, talentoso hasta la saciedad y con una inteligencia única para encontrar a sus compañeros y dejarlos en inmejorable posición de cara al gol. Sabe atacar, marcar y cuidar las espaldas de sus compañeros, dueño de un potente remate que utiliza para rescatar a su equipo cuando carece de definición. Exquisito en su manera de jugar al fútbol. Van Gaal lo hizo debutar en el 98 pues para él, el de Terrassa era el mejor organizador. Guardiola, su actual entrenador, quedó anonadado ante tanta calidad, en su momento dijo que sería Xavi quien lo jubilaría y así fue.
¡Grande Xavi! Un verdadero ‘crack’.
sábado, 5 de julio de 2008
Los tapados de la Euro
La gran mayoría apostaba a que las estrellas brillarían en esta Eurocopa. En las quinielas todos pujaban por aquellos elementos de renombre que habían figurado en el podio del fútbol europeo. A nadie le resultó extraño el alto rendimiento presentado por algunos de los denominados ‘cracks’. Ballack no defraudó al mando de la Mannshaft. Los madridistas Sneijder y Van Nilstelrooy, dejaron una impronta de lujo en la retina de los enamorados a la lírica del fútbol. En cuanto a Villa y Casillas, su nivel sirvió para revertir esa historia negra que perseguía a los ibéricos.
Su talento y reconocimiento mundial los precede. Por eso, en ocasiones, pese a su desempeño superlativo, el mundo ávido de cambios y fanático de historias fantásticas hechas realidad, los hace a un lado y voltea la mirada en busca de valores que puedan llevar a triunfar al débil David ante el poderoso Goliat. He ahí donde la emoción entra en juego, se revuelven las cartas y salen a la luz esos talentosos desconocidos para embelesar a propios y extraños con su fabuloso juego.
En este ámbito la Euro ha sido benévola, varios jugadores eligieron salir del anonimato en este torneo dando muestras de habilidades notables a la hora de manejar un balón. Los croatas contaron con dos perlas. El primero es Modrić. Un jugador que con su visión de campo y sus desbordes hace daño a cualquier rival. Los intrépidos han llegado a compararlo con Cruyff. El segundo caso es el de Ćorluka, un lateral de tan sólo 22 años, eficaz en la contención, vital a la hora de la salida y eficiente cuando de enviar centros precisos se trata. Los turcos ya cuentan con un nuevo goleador, Şentürk, que con sus tres goles en la Eurocopa ratificó su gran momento.
No hay que olvidar a tres rusos. Zhirkov, un mediocampista retrasado a lateral. Técnica depurada en su máxima expresión. Pavlyuchenko, un potente artillero. Y por último, una verdadera joya. Arshavin. Luego de su impresionante labor con el Zenit, ya lo teníamos en la mira. No sólo reafirmó su categoría sino que le dio un salto de calidad a su equipo. El talento le brota a borbotones. Sabe armar, asiste, desborda y marca goles.
Por ellos el fútbol aún vive, por ellos es que este deporte no pasa de moda y se reescribe a cada momento.
Su talento y reconocimiento mundial los precede. Por eso, en ocasiones, pese a su desempeño superlativo, el mundo ávido de cambios y fanático de historias fantásticas hechas realidad, los hace a un lado y voltea la mirada en busca de valores que puedan llevar a triunfar al débil David ante el poderoso Goliat. He ahí donde la emoción entra en juego, se revuelven las cartas y salen a la luz esos talentosos desconocidos para embelesar a propios y extraños con su fabuloso juego.
En este ámbito la Euro ha sido benévola, varios jugadores eligieron salir del anonimato en este torneo dando muestras de habilidades notables a la hora de manejar un balón. Los croatas contaron con dos perlas. El primero es Modrić. Un jugador que con su visión de campo y sus desbordes hace daño a cualquier rival. Los intrépidos han llegado a compararlo con Cruyff. El segundo caso es el de Ćorluka, un lateral de tan sólo 22 años, eficaz en la contención, vital a la hora de la salida y eficiente cuando de enviar centros precisos se trata. Los turcos ya cuentan con un nuevo goleador, Şentürk, que con sus tres goles en la Eurocopa ratificó su gran momento.
No hay que olvidar a tres rusos. Zhirkov, un mediocampista retrasado a lateral. Técnica depurada en su máxima expresión. Pavlyuchenko, un potente artillero. Y por último, una verdadera joya. Arshavin. Luego de su impresionante labor con el Zenit, ya lo teníamos en la mira. No sólo reafirmó su categoría sino que le dio un salto de calidad a su equipo. El talento le brota a borbotones. Sabe armar, asiste, desborda y marca goles.
Por ellos el fútbol aún vive, por ellos es que este deporte no pasa de moda y se reescribe a cada momento.
Simplemente fútbol
Es el balompié en su más puro esplendor, es la Eurocopa de Naciones. Señores, amantes del deporte de multitudes, no hemos sido defraudados, el toque de balón, las jugadas sorpresivas, el colorido de las tribunas, el éxtasis de la hinchada y por supuesto, los goles por doquier han dicho presente desde el 7 de junio en los más hermosos estadios de Suiza y Austria.
Los seleccionados europeos se han batido como gladiadores para obtener el triunfo, los entrenadores de cada onceno han movido sus fichas y han demostrado que para obtener un fútbol de alto nivel no existe una única fórmula matemática. Diversos caminos conducen al triunfo. Para ello debemos contar a aquellos que han hecho gala de su técnica y disciplina táctica: Holanda, Croacia, Portugal y España.
Los dirigidos por Van Basten se pasearon como amos y señores del denominado grupo de la muerte. Aplastaron a los últimos finalistas de la Copa del Mundo y por si fuera poco, se dieron el lujo de derrotar a un combativo seleccionado rumano con su segunda escuadra. Los ‘tulipanes’ dejaron la sensación de haber recobrado el ímpetu y el talento que los llevara a conquistar la Euro del 88. Reconocimiento aparte merecen varios elementos. Van Nistelrooy, Sneijder y Van der Sar.
Los croatas han sido la feliz sorpresa del campeonato. Bilić ha corroborado que la edad no es lo más importante a la hora de sentarse en un banco técnico. Este rockero de 39 años ha manejado los hilos de su selección, ha mantenido su elenco a gusto y ha sabido rodear a su estrella Modrić para que pudiese desplegar todas sus condiciones dentro del terreno de juego.
En cuanto a los portugueses, sólo se puede decir que han hecho lo de siempre. Scolari ha ordenado desde el banquillo, Deco ha sido su lugarteniente en el campo, Pepe ha dado muestras de firmeza en la retaguardia y Simão y Ronaldo han abierto el campo con su velocidad y talento.
Los españoles de Aragonés han hecho honor al juego de toque. Iniesta, Xavi y Silva han sido el alma del seleccionado con su ‘tiqui taca’, mientras que arriba Torres se ha batido como un león y el ‘Guaje’ Villa ha sido la figura rompiendo redes sin clemencia.
No hay mucho más que decir, hasta ahora esta Euro nos ha colmado por completo, nos ha enseñado lo que es simplemente el fútbol.
Los seleccionados europeos se han batido como gladiadores para obtener el triunfo, los entrenadores de cada onceno han movido sus fichas y han demostrado que para obtener un fútbol de alto nivel no existe una única fórmula matemática. Diversos caminos conducen al triunfo. Para ello debemos contar a aquellos que han hecho gala de su técnica y disciplina táctica: Holanda, Croacia, Portugal y España.
Los dirigidos por Van Basten se pasearon como amos y señores del denominado grupo de la muerte. Aplastaron a los últimos finalistas de la Copa del Mundo y por si fuera poco, se dieron el lujo de derrotar a un combativo seleccionado rumano con su segunda escuadra. Los ‘tulipanes’ dejaron la sensación de haber recobrado el ímpetu y el talento que los llevara a conquistar la Euro del 88. Reconocimiento aparte merecen varios elementos. Van Nistelrooy, Sneijder y Van der Sar.
Los croatas han sido la feliz sorpresa del campeonato. Bilić ha corroborado que la edad no es lo más importante a la hora de sentarse en un banco técnico. Este rockero de 39 años ha manejado los hilos de su selección, ha mantenido su elenco a gusto y ha sabido rodear a su estrella Modrić para que pudiese desplegar todas sus condiciones dentro del terreno de juego.
En cuanto a los portugueses, sólo se puede decir que han hecho lo de siempre. Scolari ha ordenado desde el banquillo, Deco ha sido su lugarteniente en el campo, Pepe ha dado muestras de firmeza en la retaguardia y Simão y Ronaldo han abierto el campo con su velocidad y talento.
Los españoles de Aragonés han hecho honor al juego de toque. Iniesta, Xavi y Silva han sido el alma del seleccionado con su ‘tiqui taca’, mientras que arriba Torres se ha batido como un león y el ‘Guaje’ Villa ha sido la figura rompiendo redes sin clemencia.
No hay mucho más que decir, hasta ahora esta Euro nos ha colmado por completo, nos ha enseñado lo que es simplemente el fútbol.
¡Son altos, no troncos!
Partido cualquiera, momento cualquiera. Un puñado de fervientes hinchas sentados frente al televisor discuten las incidencias del cotejo. A todo pulmón discurren como los más avezados comentaristas, ninguno se salva de su punzante análisis. De repente, hace su entrada un delantero diminuto, toca la esférica, dribla a un rival y se deshace del balón. Todos alzan la voz al unísono: “Ese tiene pinta de crack”. Momentos después, mandan un centro pasado y el atacante, que parece más un pivote de baloncesto, no puede conectar. “Que se dedique a otra cosa ese tronco” dicen en coro. No señores, no todos los futbolistas de escaza estatura son Messi. Tampoco aquellos gigantes pueden calificarse como inválidos. “Altura no es sinónimo de incapacidad”.
Para la muestra, la Euro. En ella se puede observar jugadores de talla que no sólo se destacan por su capacidad para cabecear. Ibrahimovic es la referencia. Por supuesto que sabe rematar con la testa, pero con el balón en los pies no debe envidiarle nada al más habilidoso media punta. Los regates y fintas son parte esencial de su repertorio.
Luca Toni es otro ejemplo. Es alto pero su fuerte no es el cabezazo. Él crea espacios, pivotea, se mueve entre los defensas y es un depredador del área chica que aprovecha cualquier balón para introducirlo en el arco rival. Sus números hablan por sí solos, goleador en la Fiore y en la actualidad artillero del Bayern Múnich. No hay que ser un genio para comprender que el oriundo de Módena es un grande.
Dos ausentes de la Euro destacan por su tamaño pero también por su juego. Son los casos de Crouch y Carew. El inglés es un fijo en los ‘pross’, sabe desenvolverse con la redonda y aunque sus movimientos parezcan poco ortodoxos puede librarse de los defensas contrarios con facilidad. El noruego es pura técnica. Rosenborg, Valencia, Lyon y Aston Villa han sido testigos de ello. Para él no hay nada imposible. Con facilidad puede rematar de chilena o si hace falta, anotar de taco como lo hiciese ante el Madrid.
Pero no toda esta estirpe de delanteros proviene del Viejo Continente. Martín Palermo es el caso más cercano. Todos quitan méritos a su labor como goleador, lo desacrediten por su estatura y hasta lo llamaron ‘el tronco de América’. Él siguió marcando goles y escribiendo su propia historia.
Son altos, son grandes. ¡No son troncos!
Para la muestra, la Euro. En ella se puede observar jugadores de talla que no sólo se destacan por su capacidad para cabecear. Ibrahimovic es la referencia. Por supuesto que sabe rematar con la testa, pero con el balón en los pies no debe envidiarle nada al más habilidoso media punta. Los regates y fintas son parte esencial de su repertorio.
Luca Toni es otro ejemplo. Es alto pero su fuerte no es el cabezazo. Él crea espacios, pivotea, se mueve entre los defensas y es un depredador del área chica que aprovecha cualquier balón para introducirlo en el arco rival. Sus números hablan por sí solos, goleador en la Fiore y en la actualidad artillero del Bayern Múnich. No hay que ser un genio para comprender que el oriundo de Módena es un grande.
Dos ausentes de la Euro destacan por su tamaño pero también por su juego. Son los casos de Crouch y Carew. El inglés es un fijo en los ‘pross’, sabe desenvolverse con la redonda y aunque sus movimientos parezcan poco ortodoxos puede librarse de los defensas contrarios con facilidad. El noruego es pura técnica. Rosenborg, Valencia, Lyon y Aston Villa han sido testigos de ello. Para él no hay nada imposible. Con facilidad puede rematar de chilena o si hace falta, anotar de taco como lo hiciese ante el Madrid.
Pero no toda esta estirpe de delanteros proviene del Viejo Continente. Martín Palermo es el caso más cercano. Todos quitan méritos a su labor como goleador, lo desacrediten por su estatura y hasta lo llamaron ‘el tronco de América’. Él siguió marcando goles y escribiendo su propia historia.
Son altos, son grandes. ¡No son troncos!
A degustar el mejor fútbol del planeta
Es el momento para sentarse frente al televisor y disfrutar del espectáculo. La tan anhelada Eurocopa empieza este sábado. Con excepción de Inglaterra, los mejores elencos europeos se encuentran presentes. No se pueden descartar las sorpresas, cada grupo resulta competitivo y dilucidar los clasificados a segunda ronda sería como lanzar una moneda al aire.
En el grupo A existirá un duelo de maestros, Scolari (Portugal), Terim (Turquía) y Brückner (Rep. Checa). Suiza tiene de lado a su afición, factor importante a la hora de empujar al equipo. Portugal parte como favorita, no sólo por la compenetración de sus jugadores en torno a un conocido esquema táctico, sino por el talento que brota a borbotones de una plantilla que se erige como una de las más brillantes del torneo. Pero ni turcos ni checos pueden menospreciarse. Los primeros cuentan con un entrenador de talento comprobado en Europa y un jugador determinante, Nihat. En cuanto a los segundos, la experiencia de su adiestrador se conjuga con la clase de sus jugadores.
El grupo B parece el más predecible. Alemania no debería tener problemas. Croacia parece el más fuerte contendiente de los germanos. Austria y Polonia debutan y su camino en la Euro es un tiro al aire. Los anfitriones tienen el apoyo de su hinchada y los polacos cuentan con la mano mágica de Beenhakker que quizás pueda hacer el milagro de clasificarlos a segunda ronda.
El grupo C es un verdadero banquete para el paladar de los aficionados. Francia, Italia, y Holanda de una tacada. Los franceses tienen una base robusta. Ribery pasa por un gran momento y Benzema se erige como el nuevo goleador. Italia siempre será grande aunque en su banquillo se note la ausencia de Lippi. Los holandeses contarán con una pareja atacante novedosa, Van Nistelrooy-Huntelaar, experiencia y juventud. Rumania tratará de hacer valer su disciplina para poder asestar el batacazo.
Por último está el D. España es favorita. Los denominados ‘jugones’ deben por fin dar muestras de su talento. Es hora de mostrar que aquél que sabe jugar al fútbol debe ganar el título. Grecia está obligada a ratificar su titulo con una buena actuación. Suecia es un onceno de trabajadores que depende del talento de Ibrahimovic mientras Rusia apuesta por el ingenio de Hiddink.
Por juego España o Portugal deberían ser campeones pero el fútbol no siempre es justo, para la muestra, los italianos.
En el grupo A existirá un duelo de maestros, Scolari (Portugal), Terim (Turquía) y Brückner (Rep. Checa). Suiza tiene de lado a su afición, factor importante a la hora de empujar al equipo. Portugal parte como favorita, no sólo por la compenetración de sus jugadores en torno a un conocido esquema táctico, sino por el talento que brota a borbotones de una plantilla que se erige como una de las más brillantes del torneo. Pero ni turcos ni checos pueden menospreciarse. Los primeros cuentan con un entrenador de talento comprobado en Europa y un jugador determinante, Nihat. En cuanto a los segundos, la experiencia de su adiestrador se conjuga con la clase de sus jugadores.
El grupo B parece el más predecible. Alemania no debería tener problemas. Croacia parece el más fuerte contendiente de los germanos. Austria y Polonia debutan y su camino en la Euro es un tiro al aire. Los anfitriones tienen el apoyo de su hinchada y los polacos cuentan con la mano mágica de Beenhakker que quizás pueda hacer el milagro de clasificarlos a segunda ronda.
El grupo C es un verdadero banquete para el paladar de los aficionados. Francia, Italia, y Holanda de una tacada. Los franceses tienen una base robusta. Ribery pasa por un gran momento y Benzema se erige como el nuevo goleador. Italia siempre será grande aunque en su banquillo se note la ausencia de Lippi. Los holandeses contarán con una pareja atacante novedosa, Van Nistelrooy-Huntelaar, experiencia y juventud. Rumania tratará de hacer valer su disciplina para poder asestar el batacazo.
Por último está el D. España es favorita. Los denominados ‘jugones’ deben por fin dar muestras de su talento. Es hora de mostrar que aquél que sabe jugar al fútbol debe ganar el título. Grecia está obligada a ratificar su titulo con una buena actuación. Suecia es un onceno de trabajadores que depende del talento de Ibrahimovic mientras Rusia apuesta por el ingenio de Hiddink.
Por juego España o Portugal deberían ser campeones pero el fútbol no siempre es justo, para la muestra, los italianos.
Se abre la feroz batalla de fichajes
Se acaba la temporada regular y los grandes de Europa no paran la nave. Ya no está el título en juego sino el futuro de la plantilla. Las peleas no tienen como epicentro el terreno, sino los despachos presidenciales donde se quiere vender bien y comprar aún mejor. Ya no se lucha por el presente de las instituciones sino por el futuro de las escuadras. Sentar las bases de un elenco que deleite a su hinchada, llene estadios, traiga consigo contratos publicitarios y se haga con títulos.
Las situaciones son diversas. Unos se plantean transferencias millonarias, otros desean dar algunos retoques a plantillas ganadoras, mientras algunos tantos, ante su irremediable fracaso, pretenden limpiar el vestuario y comenzar desde cero.
A diferencia de otros años, ninguna transferencia parece imposible. Ni las grandes figuras como Cristiano Ronaldo, Kaká, Drogba o Eto’o, parecen tener su futuro asegurado. De a poco las potencias destapan sus cartas.
El Madrid parece tener ojos solamente para el ‘Rey Midas’ actual, Cristiano Ronaldo. Desesperadamente pretende vender jugadores de manera que pueda hacer caja y así tentar al joven portugués para que abandone el buque de Ferguson. Barcelona ya se mueve en torno a un nuevo proyecto. Ya arribaron Keita y Piqué y se esperan nuevos refuerzos como Silva, Hleb, Alves u otros más. El Atlético quiere tirar la casa por la ventana. La llegada de Heitinga es sólo el comienzo. En cuanto a los italianos, el Inter es el que a la vista, más cambios realizará. Moratti tiene atado a Mourinho y su llegada traería de una tacada a Deco, Lampard y Drogba. Milán quiere resarcirse de su pésima temporada buscando a los ‘culés’ Zambrotta, Eto’o y Ronaldinho. La Juve se hizo con el brasileño Amauri y busca fortalecer su mediocampo. En Inglaterra, el Tottenham y el Manchester City son los llamados a poner el dinero en la mesa. Chelsea busca entrenador entre Rijkaard, Mancini o Lippi. Arsenal quiere sangre nueva, la llegada de Nasri, un joven talento francés, así lo demuestra. Los ‘Diablos rojos’ aún no se mueven pero según sus directivos, algún jugador llegará.
Se deben tener en cuenta otros nombres que lo tienen todo para triunfar en un grande. Benzema, Huntelaar, Sergio García, De la Red o Granero.
El mercado se antoja movido y bastante tenso. Nadie quiere dejar escapar su oportunidad.
Las situaciones son diversas. Unos se plantean transferencias millonarias, otros desean dar algunos retoques a plantillas ganadoras, mientras algunos tantos, ante su irremediable fracaso, pretenden limpiar el vestuario y comenzar desde cero.
A diferencia de otros años, ninguna transferencia parece imposible. Ni las grandes figuras como Cristiano Ronaldo, Kaká, Drogba o Eto’o, parecen tener su futuro asegurado. De a poco las potencias destapan sus cartas.
El Madrid parece tener ojos solamente para el ‘Rey Midas’ actual, Cristiano Ronaldo. Desesperadamente pretende vender jugadores de manera que pueda hacer caja y así tentar al joven portugués para que abandone el buque de Ferguson. Barcelona ya se mueve en torno a un nuevo proyecto. Ya arribaron Keita y Piqué y se esperan nuevos refuerzos como Silva, Hleb, Alves u otros más. El Atlético quiere tirar la casa por la ventana. La llegada de Heitinga es sólo el comienzo. En cuanto a los italianos, el Inter es el que a la vista, más cambios realizará. Moratti tiene atado a Mourinho y su llegada traería de una tacada a Deco, Lampard y Drogba. Milán quiere resarcirse de su pésima temporada buscando a los ‘culés’ Zambrotta, Eto’o y Ronaldinho. La Juve se hizo con el brasileño Amauri y busca fortalecer su mediocampo. En Inglaterra, el Tottenham y el Manchester City son los llamados a poner el dinero en la mesa. Chelsea busca entrenador entre Rijkaard, Mancini o Lippi. Arsenal quiere sangre nueva, la llegada de Nasri, un joven talento francés, así lo demuestra. Los ‘Diablos rojos’ aún no se mueven pero según sus directivos, algún jugador llegará.
Se deben tener en cuenta otros nombres que lo tienen todo para triunfar en un grande. Benzema, Huntelaar, Sergio García, De la Red o Granero.
El mercado se antoja movido y bastante tenso. Nadie quiere dejar escapar su oportunidad.
Gloria roja en Moscú
Si bien los azules del Chelsea apostaron al máximo por obtener la victoria pregonando un fútbol de avanzada, dejando de lado su táctica de recogimiento y contragolpe y deleitando con su vertiginosidad y precisión a aquellos congregados en estadio de Luzhniki, tristemente para ellos, fueron sus contrincantes quienes, gracias a la suerte de aquel bendecido con el aura del campeón, se alzaron con la victoria.
Sí, los londinenses parecían justificar los tres puntos en el encuentro disputado en Moscú, pero fueron los de Manchester los que se alzaron con la codiciada ‘orejona’.
Su desempeño superó a cualquiera. No hubo Barcelona, Roma o Chelsea, Ronaldinho, Totti o Drogba que pudieran detenerlos. Ronaldo, Rooney, Tévez y Giggs comandaron un ataque de ensueño, Scholes, Anderson y Nani se cansaron de dar asistencias por doquier, mientras que en la retaguardia Hargreaves, Ferdinand, Vidic y Van der Sar lograron hacer de las suyas para consagrarse campeones de manera invicta.
No cabe duda, la Champions tiene un campeón, un inglés que consigue la corona por tercera vez en su historia. No lo logró de manera milagrosa como en aquella majestuosa oportunidad en el 99, pero sí se alzó con el triunfo final mandando con autoridad por sobre la élite del fútbol europeo.
A Ronaldo le bastó una jugada para mostrar su talento y dejar en claro que es el merecedor indiscutible del Balón de oro, Tévez mostró todo su pundonor albiceleste y Vidic se cansó de correr el campo, anticipar a Cole, Ballack y Drogba y corregir las deficiencias del resto de la defensa. Para culminar, el veterano meta Van der Sar ahogó en incontables ocasiones el grito de gol azul y atajando el cobro de Anelka dio un suspiro a Ferguson quien veía como se le escapaba un torneo casi perfecto.
Los rojos son justos ganadores, practicaron un fútbol de talento, sin temores y siempre hacia el frente. Sus figuras no se amilanaron y su técnico demostró que está hecho para ganar. A Drogba lo traicionó el temperamento. Essien mostró su garra pese a la equivocación en el gol de Ronaldo y Lampard se jugó el prestigio adquirido dejando hasta la última gota de sudor en la cancha. Desde los cielos su madre debe sentirse supremamente orgullosa.
El equipo de Abramovich alcanzó la final, pero una cosa es con Mourinho en el banquillo y otra con Grant.
Sí, los londinenses parecían justificar los tres puntos en el encuentro disputado en Moscú, pero fueron los de Manchester los que se alzaron con la codiciada ‘orejona’.
Su desempeño superó a cualquiera. No hubo Barcelona, Roma o Chelsea, Ronaldinho, Totti o Drogba que pudieran detenerlos. Ronaldo, Rooney, Tévez y Giggs comandaron un ataque de ensueño, Scholes, Anderson y Nani se cansaron de dar asistencias por doquier, mientras que en la retaguardia Hargreaves, Ferdinand, Vidic y Van der Sar lograron hacer de las suyas para consagrarse campeones de manera invicta.
No cabe duda, la Champions tiene un campeón, un inglés que consigue la corona por tercera vez en su historia. No lo logró de manera milagrosa como en aquella majestuosa oportunidad en el 99, pero sí se alzó con el triunfo final mandando con autoridad por sobre la élite del fútbol europeo.
A Ronaldo le bastó una jugada para mostrar su talento y dejar en claro que es el merecedor indiscutible del Balón de oro, Tévez mostró todo su pundonor albiceleste y Vidic se cansó de correr el campo, anticipar a Cole, Ballack y Drogba y corregir las deficiencias del resto de la defensa. Para culminar, el veterano meta Van der Sar ahogó en incontables ocasiones el grito de gol azul y atajando el cobro de Anelka dio un suspiro a Ferguson quien veía como se le escapaba un torneo casi perfecto.
Los rojos son justos ganadores, practicaron un fútbol de talento, sin temores y siempre hacia el frente. Sus figuras no se amilanaron y su técnico demostró que está hecho para ganar. A Drogba lo traicionó el temperamento. Essien mostró su garra pese a la equivocación en el gol de Ronaldo y Lampard se jugó el prestigio adquirido dejando hasta la última gota de sudor en la cancha. Desde los cielos su madre debe sentirse supremamente orgullosa.
El equipo de Abramovich alcanzó la final, pero una cosa es con Mourinho en el banquillo y otra con Grant.
En el Zenit de Europa
Si pensábamos que para disfrutar del buen fútbol tan sólo debíamos remitirnos a países como Italia, Inglaterra y España estábamos muy equivocados. Existe un mundo de talento más allá de esta élite de millonarios torneos. Un claro ejemplo de ello lo mostró un equipo sin una vasta trayectoria, perteneciente a uno de las denominadas ligas de segundo nivel, el Zenit de San Petersburgo, una escuadra que al mando de Dick Advocaat, aquél que fuese asistente de Rinus Michels, y practicando un fútbol arriesgado, vertiginoso y enteramente de ataque logró hacerse con la tantas veces vilipendiada pero siempre valiosa Copa de la UEFA.
‘El teatro de los sueños’ en Manchester fue testigo del alud soviético. Los aficionados que se dieron cita en Old Trafford pudieron observar a un onceno ruso decidido a alcanzar la gloria.
El destino puso en frente a dos equipos con historias dispares. El Rangers de Glasgow, un elenco con tradición y títulos que ya tenía en su haber una Recopa de Europa conquistada en el año 72. Mientras tanto, los rusos apenas si se asomaban por primera vez en instancias de una copa de calibre. Pero, los números de poco sirven ante la realidad de un encuentro. Los protestantes escoceses con un fútbol timorato y defensivo poco pudieron hacer con el club del que es hincha el presidente ruso Medvéded. Los de San Petersburgo se comieron la cancha desde el pitazo inicial y corrieron al frente como si no hubiese mañana. Ni siquiera la ausencia de su goleador Pogrebnyak disminuyó su ímpetu. La escuadra blanca dominó de principio a fin haciéndose con el balón, aprovechando los espacios, triangulando de manera perfecta y exigiendo en numerosas ocasiones al meta Alexander. El número 10 ruso, Arshavin, tomó las riendas del Zenit y con su velocidad desbordó y envió centros peligrosos al área chica. Con su talento en el uno contra uno y gracias a su visión de campo hizo de su equipo una verdadera aplanadora. Junto a él, Denisov y Zyryanov se mostraron letales a la hora de la definición y vulneraron el cerrojo escocés para sentenciar el partido en un 2-0 que se quedó corto para el nivel mostrado por los soviéticos.
Hay calidad futbolística más allá de las fronteras de las bien conocidas potencias europeas. El Zenit se encargó de demostrarlo con su desparpajo y valentía para arrollar a sus rivales.
‘El teatro de los sueños’ en Manchester fue testigo del alud soviético. Los aficionados que se dieron cita en Old Trafford pudieron observar a un onceno ruso decidido a alcanzar la gloria.
El destino puso en frente a dos equipos con historias dispares. El Rangers de Glasgow, un elenco con tradición y títulos que ya tenía en su haber una Recopa de Europa conquistada en el año 72. Mientras tanto, los rusos apenas si se asomaban por primera vez en instancias de una copa de calibre. Pero, los números de poco sirven ante la realidad de un encuentro. Los protestantes escoceses con un fútbol timorato y defensivo poco pudieron hacer con el club del que es hincha el presidente ruso Medvéded. Los de San Petersburgo se comieron la cancha desde el pitazo inicial y corrieron al frente como si no hubiese mañana. Ni siquiera la ausencia de su goleador Pogrebnyak disminuyó su ímpetu. La escuadra blanca dominó de principio a fin haciéndose con el balón, aprovechando los espacios, triangulando de manera perfecta y exigiendo en numerosas ocasiones al meta Alexander. El número 10 ruso, Arshavin, tomó las riendas del Zenit y con su velocidad desbordó y envió centros peligrosos al área chica. Con su talento en el uno contra uno y gracias a su visión de campo hizo de su equipo una verdadera aplanadora. Junto a él, Denisov y Zyryanov se mostraron letales a la hora de la definición y vulneraron el cerrojo escocés para sentenciar el partido en un 2-0 que se quedó corto para el nivel mostrado por los soviéticos.
Hay calidad futbolística más allá de las fronteras de las bien conocidas potencias europeas. El Zenit se encargó de demostrarlo con su desparpajo y valentía para arrollar a sus rivales.
Más que un pasillo un paseíllo
Si los hinchas culés creían que la tan comentada y aparentemente vergonzosa calle de honor que debían hacer sus jugadores a los merengues era la mayor humillación que podían llegar a sentir, si pensaban que el peor momento en esta nueva edición del derbi español tan sólo duraría 20 segundos, simplemente cabe decir que no tenían claro el panorama en lo absoluto.
Ni en lo más remoto se pueden llegar a comparar unos breves instantes de aplausos al acérrimo rival, con el infierno de más de noventa minutos que debieron vivir los desorientados jugadores blaugranas a manos de los blancos. A decir verdad, la antesala del partido ha quedado a un lado ante tan nefasta presentación de los pupilos de un Rijkaard que ya ve llegar su salida.
Resulta grotesco pensar que el presidente de los azulgranas, Joan Laporta, por algún momento llegase a especular que con una goleada a favor podría aguarles la fiesta a los de Chamartín. Irónico, pues fueron borrados del terreno por el Real Madrid. Ni siquiera las buenas maneras de un Messi aislado pudieron hacer cosquillas a un envalentonado equipo blanco que quería celebrar por todo lo alto el título con su hinchada.
Se juntaron dos realidades diametralmente opuestas. Unos azulgranas en plena caída y unos merengues que cada día construyen un grupo sólido en busca de nuevos objetivos. El Barcelona no existió en el campo, ni siquiera se dio a la tarea de tirar de su orgullo catalán para dejarle un buen sabor a su afición. Un Valdés impotente poco podía hacer ante tantos remates a bocajarro, Yaya Touré parecía asfixiado, Márquez lucía aparatoso en cada entrada, Xavi no gravitaba, Henry era una sombra y al pequeño Bojan le pesaba la responsabilidad. Messi lo intentaba, pero él solo no podía ante unos blancos iluminados. Si los madridistas jornadas atrás no lograban conquistar a su hinchada, con este partido sí que los convencieron de su talento. Raúl, en lo suyo, el gol. Robben movedizo como en sus mejores momentos en el Chelsea, Diarra aportando equilibrio, Sergio Ramos salida constante, Casillas seguridad y el ‘Pipita’ Higuaín ese desparpajo que lo llevó a conseguir cuatro goles consecutivos vitales para encumbrar al Madrid en lo más alto.
En conclusión, los de Schuster tan sólo necesitan unos retoques, mientras que el más que seguro Barcelona de ‘Pep’ Guardiola requiere de un buen y muy sonoro revolcón.
Ni en lo más remoto se pueden llegar a comparar unos breves instantes de aplausos al acérrimo rival, con el infierno de más de noventa minutos que debieron vivir los desorientados jugadores blaugranas a manos de los blancos. A decir verdad, la antesala del partido ha quedado a un lado ante tan nefasta presentación de los pupilos de un Rijkaard que ya ve llegar su salida.
Resulta grotesco pensar que el presidente de los azulgranas, Joan Laporta, por algún momento llegase a especular que con una goleada a favor podría aguarles la fiesta a los de Chamartín. Irónico, pues fueron borrados del terreno por el Real Madrid. Ni siquiera las buenas maneras de un Messi aislado pudieron hacer cosquillas a un envalentonado equipo blanco que quería celebrar por todo lo alto el título con su hinchada.
Se juntaron dos realidades diametralmente opuestas. Unos azulgranas en plena caída y unos merengues que cada día construyen un grupo sólido en busca de nuevos objetivos. El Barcelona no existió en el campo, ni siquiera se dio a la tarea de tirar de su orgullo catalán para dejarle un buen sabor a su afición. Un Valdés impotente poco podía hacer ante tantos remates a bocajarro, Yaya Touré parecía asfixiado, Márquez lucía aparatoso en cada entrada, Xavi no gravitaba, Henry era una sombra y al pequeño Bojan le pesaba la responsabilidad. Messi lo intentaba, pero él solo no podía ante unos blancos iluminados. Si los madridistas jornadas atrás no lograban conquistar a su hinchada, con este partido sí que los convencieron de su talento. Raúl, en lo suyo, el gol. Robben movedizo como en sus mejores momentos en el Chelsea, Diarra aportando equilibrio, Sergio Ramos salida constante, Casillas seguridad y el ‘Pipita’ Higuaín ese desparpajo que lo llevó a conseguir cuatro goles consecutivos vitales para encumbrar al Madrid en lo más alto.
En conclusión, los de Schuster tan sólo necesitan unos retoques, mientras que el más que seguro Barcelona de ‘Pep’ Guardiola requiere de un buen y muy sonoro revolcón.
Las ironías del fútbol
Mientras la otrora todopoderosa selección inglesa aún deambula en la penumbra a raíz de su penosa campaña bajo el mando de Steve McClaren, dos de los más grandes exponentes del fútbol británico, Manchester United y Chelsea se sitúan en la cima del balompié del Viejo Continente tras su imponente paso a la final de la Liga de Campeones de Europa. Tanto el onceno londinense como el cuadro rojo de la primera ciudad industrial se encuentran plácidamente ubicados en el podio moscovita gracias a sus efectivos elementos de juego. El 21 de Mayo se verán las caras en el Luzhniki donde se dirimirá el nuevo dueño de la prestigiosa ‘orejona’, una copa tan codiciada por muchos pero tan esquiva para tantos.
Como contraparte a este monopolio inglés en el fútbol europeo, los ‘pross’, a pesar de la llegada de un ganador nato, el italiano Capello, no han podido levantar cabeza del todo y aún sufren por su sorpresiva y humillante eliminación en la previa a la Euro 2008.
Es incomprensible el bajo nivel presentado por el seleccionado británico. Los leones no tienen un juego claro, a veces se muestran un tanto atolondrados y pareciera que ponen el destino del cotejo únicamente en manos de aquella figura que se encuentre en su día de gracia.
Resulta insólito las innumerables diferencias entre el cuadro de la rosa y los finalistas de la Champions. Nada que ver con los dirigidos por el israelí Grant y mucho menos con los pupilos de Ferguson. El cuadro de Capello carece de la disciplina y practicidad de los azules y por supuesto de la armonía, el fútbol vistoso, vertiginoso y sobretodo vertical de los rojos.
Pero la ironía del caso es que muchos de los puntales de ambos clubes hacen parte de la escuadra británica. En el Chelsea tenemos a un portento defensivo como Terry, un lateral con salida constante como Ashley Cole, dos volantes de avanzada como Joe Cole y Lampard y al veloz e incisivo Wright-Phillips. En cuanto al Manchester debemos incluir al inagotable Neville, los férreos defensores Rio Ferdinand y Wes Brown, los volantes Carrick y Scholes y por supuesto el ‘niño rebelde’ Wayne Rooney.
Manchester y Chelsea. Ambos se hallan ad portas de lograr dos de los más importantes galardones de la temporada: la Premier y la Champions. Los ingleses dirán que un triunfo de cualquiera dejará muy en alto el nombre de las islas. Parece una excusa. Ya es hora de que el seleccionado nacional saque la cara, no solamente los clubes.
Como contraparte a este monopolio inglés en el fútbol europeo, los ‘pross’, a pesar de la llegada de un ganador nato, el italiano Capello, no han podido levantar cabeza del todo y aún sufren por su sorpresiva y humillante eliminación en la previa a la Euro 2008.
Es incomprensible el bajo nivel presentado por el seleccionado británico. Los leones no tienen un juego claro, a veces se muestran un tanto atolondrados y pareciera que ponen el destino del cotejo únicamente en manos de aquella figura que se encuentre en su día de gracia.
Resulta insólito las innumerables diferencias entre el cuadro de la rosa y los finalistas de la Champions. Nada que ver con los dirigidos por el israelí Grant y mucho menos con los pupilos de Ferguson. El cuadro de Capello carece de la disciplina y practicidad de los azules y por supuesto de la armonía, el fútbol vistoso, vertiginoso y sobretodo vertical de los rojos.
Pero la ironía del caso es que muchos de los puntales de ambos clubes hacen parte de la escuadra británica. En el Chelsea tenemos a un portento defensivo como Terry, un lateral con salida constante como Ashley Cole, dos volantes de avanzada como Joe Cole y Lampard y al veloz e incisivo Wright-Phillips. En cuanto al Manchester debemos incluir al inagotable Neville, los férreos defensores Rio Ferdinand y Wes Brown, los volantes Carrick y Scholes y por supuesto el ‘niño rebelde’ Wayne Rooney.
Manchester y Chelsea. Ambos se hallan ad portas de lograr dos de los más importantes galardones de la temporada: la Premier y la Champions. Los ingleses dirán que un triunfo de cualquiera dejará muy en alto el nombre de las islas. Parece una excusa. Ya es hora de que el seleccionado nacional saque la cara, no solamente los clubes.
Arriesgar poco para no perder mucho
Como cualquier instancia final de un torneo de renombre, los partidos de ida de las semifinales de la Liga de Campeones no alimentaron la retina de los espectadores ávidos de buen fútbol.
Es cierto, por resultados Manchester, Liverpool, Chelsea y Barcelona están en la cima de Europa y por historia deberían jugar a ganar, apostar al fútbol de ataque y demostrar todo su talento en el campo, pero, sin duda alguna, estos no eran cotejos de exhibición en donde se pudiese apostar por el lujo y la magia, eran las semifinales del torneo de mayor prestigio de clubes en el mundo (con permiso de la Libertadores y el Mundialito). La técnica y la habilidad debían quedar a un lado y reemplazarse por galones de táctica, corazón, entrega y sobretodo orden. No se podía perder.
Si bien todos conocíamos la calidad de los cuatro oncenos, nadie esperaba partidos con jugadas de ensueño o marcadores abultados. Por el contrario, sabíamos que ambos encuentros serían cerrados, con pocos espacios y por supuesto con escasas emociones en los arcos.
Esperábamos una mayor propuesta de los locales pero no hubo tal. No se sacaron diferencias, ambos cotejos terminaron en tablas y si bien el Chelsea fue el más beneficiado ya que logró el empate en tiempo de reposición, no hubo ganadores o perdedores. Los invitados finales a Moscú siguen siendo una incógnita, las llaves continúan abiertas.
De ambos juegos se pueden sacar ciertas conclusiones. El Liverpool dejó claro que sabe jugar este torneo a las mil maravillas. Si bien la suerte no lo acompañó pues recibió un autogol en el último minuto, mostró corazón, velocidad, despliegue y sobretodo un importante poder para variar su libreto respecto al rival. Si tienen mayor suerte y no cometen errores pueden buscar su sexto título. En cuanto a los azules, quizás con la salida de Mourinho perdieron coherencia en su juego pero ganaron en lucha y deseo por mostrar al mundo de lo que son capaces.
Por el lado culé no cabe duda que con Messi a plenitud son candidatos incluso frente al todopoderoso Manchester. Se juegan la última baza de la temporada y para ellos no hay otra opción que ganar. Frente a ellos están los diablos rojos, quienes, pese a no mostrar su vertiginosidad de siempre en el Camp Nou, son favoritos por plantilla, juego colectivo y actualidad.
Cada uno deberá apostar a sus virtudes y como se vislumbró en estos dos encuentros, no arriesgar tanto de manera que no puedan perderlo todo.
Es cierto, por resultados Manchester, Liverpool, Chelsea y Barcelona están en la cima de Europa y por historia deberían jugar a ganar, apostar al fútbol de ataque y demostrar todo su talento en el campo, pero, sin duda alguna, estos no eran cotejos de exhibición en donde se pudiese apostar por el lujo y la magia, eran las semifinales del torneo de mayor prestigio de clubes en el mundo (con permiso de la Libertadores y el Mundialito). La técnica y la habilidad debían quedar a un lado y reemplazarse por galones de táctica, corazón, entrega y sobretodo orden. No se podía perder.
Si bien todos conocíamos la calidad de los cuatro oncenos, nadie esperaba partidos con jugadas de ensueño o marcadores abultados. Por el contrario, sabíamos que ambos encuentros serían cerrados, con pocos espacios y por supuesto con escasas emociones en los arcos.
Esperábamos una mayor propuesta de los locales pero no hubo tal. No se sacaron diferencias, ambos cotejos terminaron en tablas y si bien el Chelsea fue el más beneficiado ya que logró el empate en tiempo de reposición, no hubo ganadores o perdedores. Los invitados finales a Moscú siguen siendo una incógnita, las llaves continúan abiertas.
De ambos juegos se pueden sacar ciertas conclusiones. El Liverpool dejó claro que sabe jugar este torneo a las mil maravillas. Si bien la suerte no lo acompañó pues recibió un autogol en el último minuto, mostró corazón, velocidad, despliegue y sobretodo un importante poder para variar su libreto respecto al rival. Si tienen mayor suerte y no cometen errores pueden buscar su sexto título. En cuanto a los azules, quizás con la salida de Mourinho perdieron coherencia en su juego pero ganaron en lucha y deseo por mostrar al mundo de lo que son capaces.
Por el lado culé no cabe duda que con Messi a plenitud son candidatos incluso frente al todopoderoso Manchester. Se juegan la última baza de la temporada y para ellos no hay otra opción que ganar. Frente a ellos están los diablos rojos, quienes, pese a no mostrar su vertiginosidad de siempre en el Camp Nou, son favoritos por plantilla, juego colectivo y actualidad.
Cada uno deberá apostar a sus virtudes y como se vislumbró en estos dos encuentros, no arriesgar tanto de manera que no puedan perderlo todo.
El azul lo pone a la moda
Es un hecho. Hacer parte del Getafe CF se ha convertido en sinónimo de éxito, fama y gloria. Está claro, todos aquellos relacionados con el club madrileño se han visto beneficiados por un proyecto claro, coherente y honesto. Un plan de trabajo que ha cubierto todos sus estamentos y que los ha conducido a la élite del fútbol español y europeo.
Es que no falta ser un jugador de fútbol para ver elevado su cartel por pertenecer al tercer equipo de Madrid. Tanto entrenadores, directivos e hinchas han visto como la buena campaña a nivel deportivo les ha ganado admiradores por doquier.
Es que nadie pudo empañar el buen nombre ganado por ‘los azulones’ en el Viejo Continente, ni siquiera sus verdugos en la Copa del Rey y la UEFA.
Basta echar un vistazo a aquellos que han pasado por sus filas para darnos cuenta de cuan provechosa fue su estancia en la escuadra azul.
Tomemos a sus tres últimos adiestradores: Quique Sánchez Flores, Bernd Schuster y Michael Laudrup. Tras sobresalientes campañas, los dos primeros se convirtieron en técnicos de renombre y pasaron al Valencia y Real Madrid respectivamente. Por su parte, al danés, con una sola temporada de ensueño, ya se le relaciona con el FC Barcelona o con Dinamarca.
En cuanto a la plantilla de jugadores, la suerte no les ha sido esquiva. Unos emigraron: Pernía fue contratado como estrella por el Atlético de Madrid. Güiza regresó al Mallorca con la cabeza en alto habiendo probado su calidad como bombardero de redes. Otros se consolidaron: Abbondanzieri ganó el Zamora en la temporada 06/07, ‘El Cata’ Díaz se afianzó como defensor de garantías y Cosmin Contra volvió por sus fueros perdidos. Algunos sorprendieron: Albín con su garra charrúa, Uche con su potencia y Kepa con su habilidad. Otros tantos pasaron de promesas a realidades: Granero y de la Red demostraron que fácilmente pueden volver como figuras al Madrid.
Pero, quién se lleva los mayores honores es su presidente: Ángel Torres, quien ya ha sido condecorado por la comunidad madrileña y en Getafe es todo un emblema.
El azul está de moda y pone a la moda. Reconocimiento para un equipo que desde abajo supo construir su fortaleza y nos dejó anonadados con su juego, lucha y carácter, esos que mostró a borbotones en el Alfonso Pérez cuando estuvo a punto de tumbar a los poderosos teutones del Bayern Múnich.
Es que no falta ser un jugador de fútbol para ver elevado su cartel por pertenecer al tercer equipo de Madrid. Tanto entrenadores, directivos e hinchas han visto como la buena campaña a nivel deportivo les ha ganado admiradores por doquier.
Es que nadie pudo empañar el buen nombre ganado por ‘los azulones’ en el Viejo Continente, ni siquiera sus verdugos en la Copa del Rey y la UEFA.
Basta echar un vistazo a aquellos que han pasado por sus filas para darnos cuenta de cuan provechosa fue su estancia en la escuadra azul.
Tomemos a sus tres últimos adiestradores: Quique Sánchez Flores, Bernd Schuster y Michael Laudrup. Tras sobresalientes campañas, los dos primeros se convirtieron en técnicos de renombre y pasaron al Valencia y Real Madrid respectivamente. Por su parte, al danés, con una sola temporada de ensueño, ya se le relaciona con el FC Barcelona o con Dinamarca.
En cuanto a la plantilla de jugadores, la suerte no les ha sido esquiva. Unos emigraron: Pernía fue contratado como estrella por el Atlético de Madrid. Güiza regresó al Mallorca con la cabeza en alto habiendo probado su calidad como bombardero de redes. Otros se consolidaron: Abbondanzieri ganó el Zamora en la temporada 06/07, ‘El Cata’ Díaz se afianzó como defensor de garantías y Cosmin Contra volvió por sus fueros perdidos. Algunos sorprendieron: Albín con su garra charrúa, Uche con su potencia y Kepa con su habilidad. Otros tantos pasaron de promesas a realidades: Granero y de la Red demostraron que fácilmente pueden volver como figuras al Madrid.
Pero, quién se lleva los mayores honores es su presidente: Ángel Torres, quien ya ha sido condecorado por la comunidad madrileña y en Getafe es todo un emblema.
El azul está de moda y pone a la moda. Reconocimiento para un equipo que desde abajo supo construir su fortaleza y nos dejó anonadados con su juego, lucha y carácter, esos que mostró a borbotones en el Alfonso Pérez cuando estuvo a punto de tumbar a los poderosos teutones del Bayern Múnich.
Guía para desmantelar un gran proyecto, por Joan Laporta
Ante los ojos del mundo, el manejo que se le da al fútbol en Europa parece ser el ideal, la panacea del momento. Un modelo casi perfecto al que federaciones y clubes de menor calibre se aferran con tal de mejorar su calidad.
Es cierto, no cabe duda que hay que aprender de ellos, los precursores del fútbol profesional, de su nivel técnico y táctico, su organización, la coherencia de sus proyectos y de sus más que efectivos métodos de entrenamiento. Sí, lo bueno debe imitarse, pero lo malo también conviene corregirse.
Es a través de la cabeza visible del FC Barcelona, Joan Laporta que recibimos una enseñanza de valor inconmensurable. Una detallada guía para desmantelar un robusto proyecto que él mismo ayudó a construir. Una serie de pasos que nuestros directivos, tan propensos a emular lo externo, jamás deben seguir.
Retirar los pilares de la estructura: Dejar a un lado a sus más competentes colaboradores forzándolos irremediablemente a una renuncia anticipada. Casos Rosell, Monés, Bartomeu y Moix.
Manchar la imagen del club con escándalos varios: Protagonizar vergonzosos incidentes. Léase: quedarse en calzoncillos e increpar al personal de seguridad del aeropuerto de El Prat por no dejar de pitar al pasar por un detector de metales. Intentar agredir a un ex empleado del club en una calle de la Ciudad Condal.
Dar a jugadores libertades jamás soñadas: No castigar el comportamiento de jugadores que no se involucran de lleno en sus labores deportivas. Ejemplos sonados: Ronaldinho y Márquez.
Plantar cortinas de humo para cubrir errores: Contratar estrellas con el único fin de calmar a los socios. La muy controvertida llegada de Henry.
Hacer política con el fútbol: Aprovecharse de su posición para pregonar sus ideales políticos. Laporta, un independentista confeso, ha perdido credibilidad como directivo por querer ser el reivindicador de los ideales catalanes.
Querer ser el amo y señor del club: Mantener empleados de bajo perfil que no refuten su proceder. Joan se siente a gusto con entrenadores que no lo contradigan. Ha dejado claro que no traería a Mourinho. Si bien ha dado razones distintas, todos saben que no soportaría a alguien que desafíe su poder.
Atacar al entorno: Arremeter contra la prensa por criticar el desempeño del equipo. En un reciente discurso atacó a aquellos que reprochan su proceder.
Señores directivos, a no cometer estos mismos deslices.
Es cierto, no cabe duda que hay que aprender de ellos, los precursores del fútbol profesional, de su nivel técnico y táctico, su organización, la coherencia de sus proyectos y de sus más que efectivos métodos de entrenamiento. Sí, lo bueno debe imitarse, pero lo malo también conviene corregirse.
Es a través de la cabeza visible del FC Barcelona, Joan Laporta que recibimos una enseñanza de valor inconmensurable. Una detallada guía para desmantelar un robusto proyecto que él mismo ayudó a construir. Una serie de pasos que nuestros directivos, tan propensos a emular lo externo, jamás deben seguir.
Retirar los pilares de la estructura: Dejar a un lado a sus más competentes colaboradores forzándolos irremediablemente a una renuncia anticipada. Casos Rosell, Monés, Bartomeu y Moix.
Manchar la imagen del club con escándalos varios: Protagonizar vergonzosos incidentes. Léase: quedarse en calzoncillos e increpar al personal de seguridad del aeropuerto de El Prat por no dejar de pitar al pasar por un detector de metales. Intentar agredir a un ex empleado del club en una calle de la Ciudad Condal.
Dar a jugadores libertades jamás soñadas: No castigar el comportamiento de jugadores que no se involucran de lleno en sus labores deportivas. Ejemplos sonados: Ronaldinho y Márquez.
Plantar cortinas de humo para cubrir errores: Contratar estrellas con el único fin de calmar a los socios. La muy controvertida llegada de Henry.
Hacer política con el fútbol: Aprovecharse de su posición para pregonar sus ideales políticos. Laporta, un independentista confeso, ha perdido credibilidad como directivo por querer ser el reivindicador de los ideales catalanes.
Querer ser el amo y señor del club: Mantener empleados de bajo perfil que no refuten su proceder. Joan se siente a gusto con entrenadores que no lo contradigan. Ha dejado claro que no traería a Mourinho. Si bien ha dado razones distintas, todos saben que no soportaría a alguien que desafíe su poder.
Atacar al entorno: Arremeter contra la prensa por criticar el desempeño del equipo. En un reciente discurso atacó a aquellos que reprochan su proceder.
Señores directivos, a no cometer estos mismos deslices.
44 años después: ¿La Furia Roja está de vuelta?
El conteo final se acerca, en poco más de dos meses el mundo será testigo de uno de los eventos deportivos de mayor alcance en el planeta, la Eurocopa de Naciones 2008.
Millones de espectadores se paralizarán entre el 7 y el 29 de junio y el mundo girará en torno a un balón. 16 serán los seleccionados invitados a esta fiesta, en tanto Suiza y Austria tendrán el prestigioso papel de anfitriones.
Desde el instante en que se dé el puntapié inicial en Basilea, todos los conjuntos lucharán por levantar la tan ansiada Euro. Y sí, todos buscarán la gloria, pero un onceno en particular lo peleará con más ahínco. Es el caso de España. Una selección que hará cuanto esté a su alcance para reverdecer laureles, esos que supo portar dignamente hace 44 años.
Pese a las críticas previas, los pupilos de Aragonés quieren de una buena vez reubicar el nombre de la Furia Roja en lo más alto del Viejo Continente, un privilegio aparentemente circunscrito a alemanes, franceses, ingleses o italianos.
Más de cuatro décadas bastan. Es hora de emular a aquella mítica escuadra dirigida por José Villalonga que conquistase la Eurocopa del 64. O al menos intentar derrochar el coraje de esa selección del 84 que apenas sucumbió en la final ante el colosal equipo francés de Platini, Tigana, Giresse y Fernández.
Aun cuando los últimos fracasos parecían enturbiar las expectativas del pueblo español, los resultados de la Roja en los más recientes encuentros invitan a soñar con una Eurocopa a ritmo de flamenco.
En la fase previa, España revivió de las cenizas con su triunfo ante Dinamarca por 1-3 y ratificó su momento derrotando 3-0 a Suecia. A partir de ahí todo fue alegría. Ha derrotado a cinco rivales de peso en amistosos: Argentina, Inglaterra, Grecia, Francia e Italia. Un gran presagio.
La escuadra tiene una sólida columna vertebral. Casillas es el cerrojo en el pórtico; Sergio Ramos el polivalente defensor; el medio campo está cubierto con Xavi, Iniesta y Cesc; y en la delantera están Torres, Villa y el joven Bojan.
Pero las miradas apuntan al ‘Sabio de Hortaleza’. Se le cuestionan sus decisiones. El mayor problema es Raúl. Luis no cuenta con él. Si gana a su modo pasará a la historia por su firmeza, si pierde será recordado como aquel senil entrenador que dejó de lado a uno de los más letales delanteros de la historia. Lo único cierto es que un seleccionado que puede obviar a un jugador de la talla de Raúl debe tener el potencial suficiente para triunfar en Europa.
Millones de espectadores se paralizarán entre el 7 y el 29 de junio y el mundo girará en torno a un balón. 16 serán los seleccionados invitados a esta fiesta, en tanto Suiza y Austria tendrán el prestigioso papel de anfitriones.
Desde el instante en que se dé el puntapié inicial en Basilea, todos los conjuntos lucharán por levantar la tan ansiada Euro. Y sí, todos buscarán la gloria, pero un onceno en particular lo peleará con más ahínco. Es el caso de España. Una selección que hará cuanto esté a su alcance para reverdecer laureles, esos que supo portar dignamente hace 44 años.
Pese a las críticas previas, los pupilos de Aragonés quieren de una buena vez reubicar el nombre de la Furia Roja en lo más alto del Viejo Continente, un privilegio aparentemente circunscrito a alemanes, franceses, ingleses o italianos.
Más de cuatro décadas bastan. Es hora de emular a aquella mítica escuadra dirigida por José Villalonga que conquistase la Eurocopa del 64. O al menos intentar derrochar el coraje de esa selección del 84 que apenas sucumbió en la final ante el colosal equipo francés de Platini, Tigana, Giresse y Fernández.
Aun cuando los últimos fracasos parecían enturbiar las expectativas del pueblo español, los resultados de la Roja en los más recientes encuentros invitan a soñar con una Eurocopa a ritmo de flamenco.
En la fase previa, España revivió de las cenizas con su triunfo ante Dinamarca por 1-3 y ratificó su momento derrotando 3-0 a Suecia. A partir de ahí todo fue alegría. Ha derrotado a cinco rivales de peso en amistosos: Argentina, Inglaterra, Grecia, Francia e Italia. Un gran presagio.
La escuadra tiene una sólida columna vertebral. Casillas es el cerrojo en el pórtico; Sergio Ramos el polivalente defensor; el medio campo está cubierto con Xavi, Iniesta y Cesc; y en la delantera están Torres, Villa y el joven Bojan.
Pero las miradas apuntan al ‘Sabio de Hortaleza’. Se le cuestionan sus decisiones. El mayor problema es Raúl. Luis no cuenta con él. Si gana a su modo pasará a la historia por su firmeza, si pierde será recordado como aquel senil entrenador que dejó de lado a uno de los más letales delanteros de la historia. Lo único cierto es que un seleccionado que puede obviar a un jugador de la talla de Raúl debe tener el potencial suficiente para triunfar en Europa.
viernes, 4 de julio de 2008
Evadiendo la gloria europea
Resulta irónico que un club que se hace llamar Internacional no pueda conseguir grandes trofeos fuera de su territorio. Parece cómico y hasta trágico que un conjunto fundado para reeditar la valía de jugadores foráneos en contraposición a un Milán que sólo aceptaba italianos, no pueda luego de más de cuatro décadas volver a hacerse con la Champions.
El idilio que tuvo il biscone con esta copa duró muy poco. Si bien no se puede menospreciar el hecho de haber alcanzado dos títulos consecutivos en el 64 y 65 y ser subcampeones en el 67, se debe tener en cuenta que los nerazurri no volvieron a asomarse en una final, con excepción del año 72.
Esta época de grandes triunfos nacionales y sobre todo internacionales se conoce como ‘La Grande Inter’. Se gestó en el mandato presidencial de Angelo Moratti y bajo la conducción técnica del español Helenio Herrera. Con un libreto táctico manejado a la perfección, en el que se destacaba el clásico catenaccio, primero defenderse y luego sí atacar, las victorias no se hicieron esperar. Poseía una defensa de lujo y un mediocampo y ataque letal. Destacaban Picchi, Facchetti, el primer lateral con proyección, 'el arquitecto' Luis Suarez, Mazzola y Jair.
Luego han sido más las tristezas. Tras algunos presidentes, varios entrenadores, cientos de jugadores y millones de liras o euros, el Inter aún se siente opacado por su vecino de patio que sí se ha mantenido en la cima europea. Los resultados mostraban a un niño rico que gastaba su fortuna en dulces exóticos pero que nunca compraba alimentos que lo ayudasen a crecer.
Si bien Mancini le ha devuelto credibilidad al club con la consecución de dos scudettos, poco ha podido hacer para devolverle el trono europeo. A veces el equipo rinde, pero en otras ocasiones tan sólo parece un puñado de viejas figuras ahogadas por la gloria. Solari ya no es el mismo, Figo no tiene el desborde de antaño y Samuel ya no es ‘el muro’ que deslumbrara en la Roma. Aunque cuenta con otros talentos, no le alcanza para vencer a rivales de talla internacional. Sobran joyas y falta quien ponga fin a esa anarquía que por momentos aparece dentro del campo de juego.
Quizás suene exagerado, pero si Massimo Moratti no deja su tozudez y da un vuelco radical a su estrategia de reclutar estrellas a diestra y siniestra sin darse a la tarea de contratar a un entrenador con un verdadero plan de trabajo, me temo mucho que esta racha de derrotas a nivel europeo persistirá por un buen tiempo.
El idilio que tuvo il biscone con esta copa duró muy poco. Si bien no se puede menospreciar el hecho de haber alcanzado dos títulos consecutivos en el 64 y 65 y ser subcampeones en el 67, se debe tener en cuenta que los nerazurri no volvieron a asomarse en una final, con excepción del año 72.
Esta época de grandes triunfos nacionales y sobre todo internacionales se conoce como ‘La Grande Inter’. Se gestó en el mandato presidencial de Angelo Moratti y bajo la conducción técnica del español Helenio Herrera. Con un libreto táctico manejado a la perfección, en el que se destacaba el clásico catenaccio, primero defenderse y luego sí atacar, las victorias no se hicieron esperar. Poseía una defensa de lujo y un mediocampo y ataque letal. Destacaban Picchi, Facchetti, el primer lateral con proyección, 'el arquitecto' Luis Suarez, Mazzola y Jair.
Luego han sido más las tristezas. Tras algunos presidentes, varios entrenadores, cientos de jugadores y millones de liras o euros, el Inter aún se siente opacado por su vecino de patio que sí se ha mantenido en la cima europea. Los resultados mostraban a un niño rico que gastaba su fortuna en dulces exóticos pero que nunca compraba alimentos que lo ayudasen a crecer.
Si bien Mancini le ha devuelto credibilidad al club con la consecución de dos scudettos, poco ha podido hacer para devolverle el trono europeo. A veces el equipo rinde, pero en otras ocasiones tan sólo parece un puñado de viejas figuras ahogadas por la gloria. Solari ya no es el mismo, Figo no tiene el desborde de antaño y Samuel ya no es ‘el muro’ que deslumbrara en la Roma. Aunque cuenta con otros talentos, no le alcanza para vencer a rivales de talla internacional. Sobran joyas y falta quien ponga fin a esa anarquía que por momentos aparece dentro del campo de juego.
Quizás suene exagerado, pero si Massimo Moratti no deja su tozudez y da un vuelco radical a su estrategia de reclutar estrellas a diestra y siniestra sin darse a la tarea de contratar a un entrenador con un verdadero plan de trabajo, me temo mucho que esta racha de derrotas a nivel europeo persistirá por un buen tiempo.
Tras los regates endiablados del 'Chapulín'
Una maravillosa atajada, un espléndido gol o una sencilla jugada, un imborrable recuerdo que nutre la insaciable memoria del fútbol. Es gracias a este retazo de impactantes historias que logramos apreciar su grandeza y la de aquellos que tienen el orgullo de hacer parte de él. Todos nosotros, aficionados al balompié, en algún instante hemos quedado anonadados con cierto prodigio de la redonda que nos ha hecho amar aún más este deporte.
Pero el fútbol continúa y aquellas figuras de antaño no perduran por siempre. Pese a ello nadie nos impide soñar con la reaparición de otrora figuras emblemáticas. Podemos observar en Tévez la determinación que una vez poseyese Cantona, rememorar en el frágil físico de Messi, la magia expresada por la prodigiosa zurda de Maradona o destacar en Benzema la potencia y olfato goleador que alguna vez llevase Ronaldo.
En la actualidad existe un ejemplo que nos permite sonreír por su increíble similitud. Es el caso de Romario y Agüero. El primero está de salida y el segundo apenas ve el inicio de un camino que se antoja promisorio.
Empezando por su menudo tamaño, pasando por su electrizante gambeta y culminando con su mortífero remate de gol, el 'Chapulín' y el 'Kun' parecen dos calcos. Son definidores, resultan potentes, saben jugar en equipo, tienen un amplio abanico de regates y dentro del área se sienten en su hábitat natural.
Ambos han mostrado su valía en elencos de categoría mundial. O baixinho probó sus quilates en el Barcelona, PSV, Valencia y el seleccionado verdeamarelho. En cuanto a Sergio, ya ha sido considerado ídolo de históricos como Independiente, Atlético de Madrid o el mismo seleccionado albiceleste.
Los dos arietes han tenido actuaciones magistrales. Romario deslumbró en aquella jornada en la que guió a los culés a una victoria 5-0 sobre el Madrid, anotando dos tantos, realizando la genial 'cola de vaca' con la que dejó desparramado a Alkorta derivando en uno de los más recordados goles en la Ciudad Condal y erigiéndose como la figura azulgrana por antonomasia. En cuanto al ‘Kun’ su partido de consagración acaeció hace poco, cuando con un juego de ensueño comandó la remontada colchonera ante el poderoso Barcelona.
Romario es pasado, Agüero es presente y futuro. No esperamos mil goles, pero sí le auguramos al crack argentino un camino exitoso. Con él jamás quedará borrado el legado de Romario, nunca hará falta la rúbrica de un mago del área, la firma de Sergio Agüero.
Pero el fútbol continúa y aquellas figuras de antaño no perduran por siempre. Pese a ello nadie nos impide soñar con la reaparición de otrora figuras emblemáticas. Podemos observar en Tévez la determinación que una vez poseyese Cantona, rememorar en el frágil físico de Messi, la magia expresada por la prodigiosa zurda de Maradona o destacar en Benzema la potencia y olfato goleador que alguna vez llevase Ronaldo.
En la actualidad existe un ejemplo que nos permite sonreír por su increíble similitud. Es el caso de Romario y Agüero. El primero está de salida y el segundo apenas ve el inicio de un camino que se antoja promisorio.
Empezando por su menudo tamaño, pasando por su electrizante gambeta y culminando con su mortífero remate de gol, el 'Chapulín' y el 'Kun' parecen dos calcos. Son definidores, resultan potentes, saben jugar en equipo, tienen un amplio abanico de regates y dentro del área se sienten en su hábitat natural.
Ambos han mostrado su valía en elencos de categoría mundial. O baixinho probó sus quilates en el Barcelona, PSV, Valencia y el seleccionado verdeamarelho. En cuanto a Sergio, ya ha sido considerado ídolo de históricos como Independiente, Atlético de Madrid o el mismo seleccionado albiceleste.
Los dos arietes han tenido actuaciones magistrales. Romario deslumbró en aquella jornada en la que guió a los culés a una victoria 5-0 sobre el Madrid, anotando dos tantos, realizando la genial 'cola de vaca' con la que dejó desparramado a Alkorta derivando en uno de los más recordados goles en la Ciudad Condal y erigiéndose como la figura azulgrana por antonomasia. En cuanto al ‘Kun’ su partido de consagración acaeció hace poco, cuando con un juego de ensueño comandó la remontada colchonera ante el poderoso Barcelona.
Romario es pasado, Agüero es presente y futuro. No esperamos mil goles, pero sí le auguramos al crack argentino un camino exitoso. Con él jamás quedará borrado el legado de Romario, nunca hará falta la rúbrica de un mago del área, la firma de Sergio Agüero.
Un inquilino de lujo para el sótano
Cuatro entrenadores en tan sólo seis meses y la zona roja a escasa distancia. Un mal presagio. Es el caso puntual del Zaragoza, un elenco que apuntaba a pelear por todas: la punta en la liga, la Copa del Rey y la Copa UEFA, pero que con el tiempo tuvo que ver como sus objetivos se limitaban considerablemente.
Luego de 26 jornadas la terrible realidad alcanzó al conjunto maño. El fantasma del descenso le empezó a respirar en la nuca. Si bien aún no se lleva el ‘gran premio’, desde luego hace méritos para lograrlo, empata en puntos con el último que asegura un tiquete directo a segunda, el Recreativo de Huelva.
Aunque el Zaragoza no entra en el selecto grupo de históricos como el Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao o Atlético de Madrid, es claro que la escuadra aragonesa hoy por hoy no debería estar luchando por algo tan nimio como la salvación. Ni siquiera el hecho de haber recuperado la categoría, pocos años atrás, salva a los blanquillos de sus responsabilidades para con su afición.
Pero el bajón anímico y deportivo fue sorprendente. Pese a contar con una pareja goleadora altamente efectiva, el resto del equipo no dio la talla. La defensa resultó endeble y el conflicto entre dos de sus estrellas, Aimar y D’Alessandro poco aportó para la armonía dentro del campo. Por si fuera poco, las incorporaciones de lujo no surtieron efecto. Ni Ayala, Pavón o el Luccin lograron encajar en el esquema de juego. Con esta irregularidad, la suerte del equipo fue a parar a los pies de sus delanteros Oliveira y Milito, quienes, no obstante cumplir con su labor no consiguieron levantar todo el peso que caía sobre sus hombros. Perdieron muchos partidos, se alejaron de los puestos de copa, quedaron apeados de la UEFA en primera ronda y cayeron eliminados en la Copa del Rey a instancias del Racing.
Víctor Fernández no reeditó la labor hecha en el torneo inmediatamente anterior y Garitano poco hizo durante su corta instancia en el banquillo. Ni siquiera un ganador como Irureta, recordado por sus años de gloria en el Deportivo, pudo salvar el bote del naufragio.
Ahora el turno para lidiar con un equipo moralmente resquebrajado es de Manolo Villanova, un curtido entrenador que ya tuvo bajo su mando al conjunto blanquillo hace más de 20 años.
Suerte para el cuadro maño porque la liga ibérica no se puede dar el lujo de perder a un séxtuple campeón de la Copa del Rey, ni a un elenco que practica un fútbol directo y exquisito cuando se encuentra a tope.
Luego de 26 jornadas la terrible realidad alcanzó al conjunto maño. El fantasma del descenso le empezó a respirar en la nuca. Si bien aún no se lleva el ‘gran premio’, desde luego hace méritos para lograrlo, empata en puntos con el último que asegura un tiquete directo a segunda, el Recreativo de Huelva.
Aunque el Zaragoza no entra en el selecto grupo de históricos como el Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao o Atlético de Madrid, es claro que la escuadra aragonesa hoy por hoy no debería estar luchando por algo tan nimio como la salvación. Ni siquiera el hecho de haber recuperado la categoría, pocos años atrás, salva a los blanquillos de sus responsabilidades para con su afición.
Pero el bajón anímico y deportivo fue sorprendente. Pese a contar con una pareja goleadora altamente efectiva, el resto del equipo no dio la talla. La defensa resultó endeble y el conflicto entre dos de sus estrellas, Aimar y D’Alessandro poco aportó para la armonía dentro del campo. Por si fuera poco, las incorporaciones de lujo no surtieron efecto. Ni Ayala, Pavón o el Luccin lograron encajar en el esquema de juego. Con esta irregularidad, la suerte del equipo fue a parar a los pies de sus delanteros Oliveira y Milito, quienes, no obstante cumplir con su labor no consiguieron levantar todo el peso que caía sobre sus hombros. Perdieron muchos partidos, se alejaron de los puestos de copa, quedaron apeados de la UEFA en primera ronda y cayeron eliminados en la Copa del Rey a instancias del Racing.
Víctor Fernández no reeditó la labor hecha en el torneo inmediatamente anterior y Garitano poco hizo durante su corta instancia en el banquillo. Ni siquiera un ganador como Irureta, recordado por sus años de gloria en el Deportivo, pudo salvar el bote del naufragio.
Ahora el turno para lidiar con un equipo moralmente resquebrajado es de Manolo Villanova, un curtido entrenador que ya tuvo bajo su mando al conjunto blanquillo hace más de 20 años.
Suerte para el cuadro maño porque la liga ibérica no se puede dar el lujo de perder a un séxtuple campeón de la Copa del Rey, ni a un elenco que practica un fútbol directo y exquisito cuando se encuentra a tope.
El reencuentro con la gloria
Problemas en la cúpula directiva, constantes cambios de entrenadores, arribo de elementos que no terminan de encajar y por supuesto temporadas y temporadas sin lograr título alguno. Ocho años sin saborear la victoria final. Una eternidad para un grande como el Tottenham Hotspur.
Es que los Spurs no son un equipo habituado al ostracismo. Si bien no tienen la historia de un Manchester o un Liverpool, su currículo en cuanto a títulos nacionales e internacionales no puede ser demeritado, mucho menos la calidad presente en aquellos jugadores que han portado sus colores.
Como pasar por alto datos tan significativos como los siguientes: primer equipo en el siglo XX en conseguir el doblete (Liga y Copa FA en la temporada 60-61); primer club británico en levantar una copa europea (Recopa de Europa en el 63); y campeón de la Copa de la UEFA en el 72 y 84.
Qué decir del traspaso bomba de los estelares argentinos campeones del mundo Ardiles y Villa; el trasegar de figuras icónicas como Jennings, Hoddle, Gascoigne o Lineker; o el fútbol prodigioso de 'los famosos cinco': Sheringham, Klismann, Bamby, Anderton y Dumitrescu.
De algún tiempo acá el bajón institucional y deportivo se hizo notorio. Los Spurs cayeron en el hoyo. Afortunadamente con la reciente llegada al banco técnico del español Juande Ramos, el club dio un vuelco radical. El manchego movió sus fichas de manera inteligente. Se empapó de información y trajo a su lado al ex spur Gustavo Poyet. Trabajó arduamente en la parte táctica y le otorgó una identidad a su escuadra. En últimas, ejerció una labor psicológica profunda, disciplinó y mentalizó a sus pupilos para ganar. Keane renovó su confianza, Berbatov recobró su innegable olfato goleador, Lennon terminó de pulirse y la pareja King-Woodgate se solidificó.
Esta pletórica recuperación se vio reflejada en el nuevo campo de Wembley cuando un Tottenham ceñido a un perfecto libreto táctico logró hacer añicos el poderoso talonario de Abramovich derrotando 2-1 al Chelsea para alzarse con la Carling Cup y de paso romper una sequía de títulos que se remontaba al año 99.
El maleficio tocó fin. Sus jugadores emblema reencontraron el nivel y la disciplina táctica impuesta por el adiestrador español caló en todas sus líneas. Con un título en el bolsillo los de White Hart Lane se plantean nuevos retos: recuperar posiciones en la Premier y pelear hasta el final una copa tan importante como la UEFA.
Es que los Spurs no son un equipo habituado al ostracismo. Si bien no tienen la historia de un Manchester o un Liverpool, su currículo en cuanto a títulos nacionales e internacionales no puede ser demeritado, mucho menos la calidad presente en aquellos jugadores que han portado sus colores.
Como pasar por alto datos tan significativos como los siguientes: primer equipo en el siglo XX en conseguir el doblete (Liga y Copa FA en la temporada 60-61); primer club británico en levantar una copa europea (Recopa de Europa en el 63); y campeón de la Copa de la UEFA en el 72 y 84.
Qué decir del traspaso bomba de los estelares argentinos campeones del mundo Ardiles y Villa; el trasegar de figuras icónicas como Jennings, Hoddle, Gascoigne o Lineker; o el fútbol prodigioso de 'los famosos cinco': Sheringham, Klismann, Bamby, Anderton y Dumitrescu.
De algún tiempo acá el bajón institucional y deportivo se hizo notorio. Los Spurs cayeron en el hoyo. Afortunadamente con la reciente llegada al banco técnico del español Juande Ramos, el club dio un vuelco radical. El manchego movió sus fichas de manera inteligente. Se empapó de información y trajo a su lado al ex spur Gustavo Poyet. Trabajó arduamente en la parte táctica y le otorgó una identidad a su escuadra. En últimas, ejerció una labor psicológica profunda, disciplinó y mentalizó a sus pupilos para ganar. Keane renovó su confianza, Berbatov recobró su innegable olfato goleador, Lennon terminó de pulirse y la pareja King-Woodgate se solidificó.
Esta pletórica recuperación se vio reflejada en el nuevo campo de Wembley cuando un Tottenham ceñido a un perfecto libreto táctico logró hacer añicos el poderoso talonario de Abramovich derrotando 2-1 al Chelsea para alzarse con la Carling Cup y de paso romper una sequía de títulos que se remontaba al año 99.
El maleficio tocó fin. Sus jugadores emblema reencontraron el nivel y la disciplina táctica impuesta por el adiestrador español caló en todas sus líneas. Con un título en el bolsillo los de White Hart Lane se plantean nuevos retos: recuperar posiciones en la Premier y pelear hasta el final una copa tan importante como la UEFA.
Amado u odiado pero jamás olvidado
Aquél que dedica su vida a correr detrás de un balón y se mata por los colores del equipo que defiende. Ese personaje real que niños y jóvenes idolatran e incluso muchos mayores endiosan. Sí, ese es el jugador de fútbol. Principal protagonista de este deporte y el único que posee la fabulosa facultad de hacernos vivir el día más glorioso o la jornada más penosa.
Pero los futbolistas no son iguales. Existen los respetados incluso por los rivales, los que pasan desapercibidos y desde luego, la gama más particular, aquellos que generan pasiones encontradas y simplemente no pueden recibir un concepto neutro. Se les ama o se les odia.
Sin demeritar a figuras que a base de talento, trabajo y sobretodo clase, se ganaron el respeto y la admiración de propios y extraños, los verdaderos animadores de este deporte pasional no son más que aquellos futbolistas que generan sentimientos diametralmente opuestos, personajes que si bien pueden camuflarse como ángeles, sin dificultad también lo harían como demonios. Sin ellos no podríamos tener aquellas alteradas pero necesarias discusiones con el vecino, ni introducirnos en ese emocionante mundo del fútbol donde la apatía no tiene cabida.
Aunque varios pueden entrar en esta peculiar categoría, tres de ellos sobresalen. Uno aún juega al máximo nivel, el otro se encuentra retirado y el último se mantiene en el anonimato de una divisional de ascenso mientras quema sus últimos cartuchos.
Son los casos del español Guti, el paraguayo Chilavert y el italiano Di Canio. El primero es un genio capaz de realizar jugadas magistrales y salvar un partido con su talento. También puede perderse y pasar inadvertido. Pareciese ser anárquico, rebelde y tan sólo esperar el beneficio propio. La mayoría de madridistas lo consideran un baluarte, mientras otros tantos piensan lo contrario. No ayuda su mal carácter.
El caso del portero goleador es un tanto distinto, ni en su país, ni en los equipos que defendió fue resistido o vilipendiado. Nadie duda del amor que le profesaba su hinchada por sus tapadas, sus goles o su liderazgo. En cambio en los rivales despertaba odio por su aparente arrogancia y grosería.
El tema de Di Canio es más complejo. Fue ídolo de escuadras por su clase y también odiado por sus polémicas. Polarizó a Italia cuando tras un gol decidió hacer el saludo fascista. Es capaz de lo mejor (ganar el galardón FIFA al juego limpio) y de lo peor (empujar a un árbitro tras ser expulsado).
Gracias a todos ellos y sus similares, sin su aporte el fútbol no alcanzaría el sitial que se merece. Sería mucho menos humano.
Pero los futbolistas no son iguales. Existen los respetados incluso por los rivales, los que pasan desapercibidos y desde luego, la gama más particular, aquellos que generan pasiones encontradas y simplemente no pueden recibir un concepto neutro. Se les ama o se les odia.
Sin demeritar a figuras que a base de talento, trabajo y sobretodo clase, se ganaron el respeto y la admiración de propios y extraños, los verdaderos animadores de este deporte pasional no son más que aquellos futbolistas que generan sentimientos diametralmente opuestos, personajes que si bien pueden camuflarse como ángeles, sin dificultad también lo harían como demonios. Sin ellos no podríamos tener aquellas alteradas pero necesarias discusiones con el vecino, ni introducirnos en ese emocionante mundo del fútbol donde la apatía no tiene cabida.
Aunque varios pueden entrar en esta peculiar categoría, tres de ellos sobresalen. Uno aún juega al máximo nivel, el otro se encuentra retirado y el último se mantiene en el anonimato de una divisional de ascenso mientras quema sus últimos cartuchos.
Son los casos del español Guti, el paraguayo Chilavert y el italiano Di Canio. El primero es un genio capaz de realizar jugadas magistrales y salvar un partido con su talento. También puede perderse y pasar inadvertido. Pareciese ser anárquico, rebelde y tan sólo esperar el beneficio propio. La mayoría de madridistas lo consideran un baluarte, mientras otros tantos piensan lo contrario. No ayuda su mal carácter.
El caso del portero goleador es un tanto distinto, ni en su país, ni en los equipos que defendió fue resistido o vilipendiado. Nadie duda del amor que le profesaba su hinchada por sus tapadas, sus goles o su liderazgo. En cambio en los rivales despertaba odio por su aparente arrogancia y grosería.
El tema de Di Canio es más complejo. Fue ídolo de escuadras por su clase y también odiado por sus polémicas. Polarizó a Italia cuando tras un gol decidió hacer el saludo fascista. Es capaz de lo mejor (ganar el galardón FIFA al juego limpio) y de lo peor (empujar a un árbitro tras ser expulsado).
Gracias a todos ellos y sus similares, sin su aporte el fútbol no alcanzaría el sitial que se merece. Sería mucho menos humano.
Proyectos, de eso si que saben los ingleses
Pese a vivir en una sociedad inmediatista donde los resultados mandan, la carencia de un proceso puede llevar a un equipo a la ruina. La paciencia es una virtud que perentoriamente debería tener cualquier junta directiva de un club que desee triunfar. Es que desestimar la valía de un trabajo constante y bien preparado es un error garrafal.
Por eso, si de proyectos se trata, no cabe duda que los ingleses son los más indicados para tocar el tema. Por eso, que mejor que 3 personajes que den muestra de ello: Ferguson en el Manchester United, Wenger en el Arsenal y Moyes en el Everton.
La historia de los diablos rojos de Manchester está indisolublemente unida a la de Ferguson. Casi 22 años al mando le han permitido a Sir Alex convertirse en el entrenador con más títulos en la historia del fútbol inglés. Incluso se ha dado el lujo de conseguir en 1999 el anhelado trébol (Liga, Copa FA y Champions). Ni siquiera la llegada del magnate Frazier puso en entredicho su puesto.
En su caso, la clave del éxito ha sido su trabajo en equipo. Para él no existen jugadores imprescindibles, no acepta conflictos internos y su manera de entrenar es metódica.
En cuanto a Arsène Wenger, casi 12 años en el Arsenal le han valido para ser considerado el entrenador más exitoso en la historia del conjunto londinense. Un profesional en todos los aspectos. Ingeniero, políglota y excelente motivador. Un arquitecto de grandes proyectos. Con su sapiencia arribaron las bases para una escuadra ganadora: Campbell, Ljungberg, Henry y Pires. El francés probó su talento siendo protagonista de las contrataciones de otrora desconocidos como Vieira, Fabregas, Van Persie o Touré; la recuperación de veteranos como Bergkamp y Adams; y la consolidación de una estrella como Henry.
Cabe rescatar ante todo su trabajo estructural. El francés logró imponer un régimen de entrenamiento eficiente y una dieta libre de basura. Su mayor aporte es el carácter de conjunto implantado al equipo. Algo que ni la salida de Henry pudo afectar.
Son casi 6 años al mando del Everton los que lleva el escocés David Moyes. Tiempo que le ha servido para recibir el premio al entrenador del año en el 2003 y 2005. Su arduo trabajo, su acondicionamiento físico y su carisma como líder, ha rendido frutos, El cuadro azul de Liverpool ya es un equipo élite en Inglaterra. Pese a no tener abundantes fondos logró hacer mejoras y descubrimientos como los de Rooney, Johnson, o Yakubu.
Por su puesto, los números mandan y un entrenador en un año puede sacar a un equipo campeón, pero sin un proceso ese club jamás podrá ser un ejemplo y menos entrar en las páginas doradas del futbol mundial.
Por eso, si de proyectos se trata, no cabe duda que los ingleses son los más indicados para tocar el tema. Por eso, que mejor que 3 personajes que den muestra de ello: Ferguson en el Manchester United, Wenger en el Arsenal y Moyes en el Everton.
La historia de los diablos rojos de Manchester está indisolublemente unida a la de Ferguson. Casi 22 años al mando le han permitido a Sir Alex convertirse en el entrenador con más títulos en la historia del fútbol inglés. Incluso se ha dado el lujo de conseguir en 1999 el anhelado trébol (Liga, Copa FA y Champions). Ni siquiera la llegada del magnate Frazier puso en entredicho su puesto.
En su caso, la clave del éxito ha sido su trabajo en equipo. Para él no existen jugadores imprescindibles, no acepta conflictos internos y su manera de entrenar es metódica.
En cuanto a Arsène Wenger, casi 12 años en el Arsenal le han valido para ser considerado el entrenador más exitoso en la historia del conjunto londinense. Un profesional en todos los aspectos. Ingeniero, políglota y excelente motivador. Un arquitecto de grandes proyectos. Con su sapiencia arribaron las bases para una escuadra ganadora: Campbell, Ljungberg, Henry y Pires. El francés probó su talento siendo protagonista de las contrataciones de otrora desconocidos como Vieira, Fabregas, Van Persie o Touré; la recuperación de veteranos como Bergkamp y Adams; y la consolidación de una estrella como Henry.
Cabe rescatar ante todo su trabajo estructural. El francés logró imponer un régimen de entrenamiento eficiente y una dieta libre de basura. Su mayor aporte es el carácter de conjunto implantado al equipo. Algo que ni la salida de Henry pudo afectar.
Son casi 6 años al mando del Everton los que lleva el escocés David Moyes. Tiempo que le ha servido para recibir el premio al entrenador del año en el 2003 y 2005. Su arduo trabajo, su acondicionamiento físico y su carisma como líder, ha rendido frutos, El cuadro azul de Liverpool ya es un equipo élite en Inglaterra. Pese a no tener abundantes fondos logró hacer mejoras y descubrimientos como los de Rooney, Johnson, o Yakubu.
Por su puesto, los números mandan y un entrenador en un año puede sacar a un equipo campeón, pero sin un proceso ese club jamás podrá ser un ejemplo y menos entrar en las páginas doradas del futbol mundial.
Héroes de una selección invisible
Ha llegado el momento para rescatar la labor de aquellos jugadores que por el azar del destino nacieron en un país inexistente en lo que a fútbol se refiere. Figuras de talento que de haber visto la luz en otro lugar del planeta muy seguramente habrían hecho parte de las páginas doradas de mundiales y copas continentales.
Virtuosos del balón, auténticos héroes en solitario que debieron forjar su camino a base de trabajo, pundonor pero sobretodo de mucha calidad para hacerse notar en un mundo deportivo que parecía no haber sido hecho a su medida. Valerosos errantes que decidieron emigrar a clubes foráneos para derrochar ese talento que no pudieron expresar en su país por no estar rodeados de jugadores que entendieran el fútbol a su manera.
En este rubro no deben faltar dos históricos que fácilmente pueden entrar en la lista de los futbolistas más destacados de la historia. El liberiano Weah y el norirlandés Best. Mientras el africano se convirtió en el primer jugador no europeo en ganar el Balón de Oro, el británico labró una majestuosa historia en el Manchester United. Weah fue considerado el ‘9’ perfecto. Alto, potente, buena gambeta y con el arco contrario dibujado entre ceja y ceja. Triunfó en el Milán y supo alejar el recuerdo de un tal Van Basten. En cuanto a Best, pese a sus polémicas, mostró su calidad. Creía ciegamente en su capacidad y no temía demostrarlo ante un furibundo grupo de defensores.
Existen más casos aun cuando no tan majestuosos. Dos finlandeses: Litmanen, un mago que hizo parte del Ajax que conquistó la Copa de Europa 94-95 y el férreo defensor del Liverpool Hyypia, conocido por su fortaleza y experiencia; tres galeses que brillaron en Inglaterra: Giggs como punta de lanza del Manchester United, Toshak formando el dúo dinámico junto a Keegan en el Liverpool y Bellamy; dos oriundos de Georgia, el ex-Ajax Arveladze y el fabuloso defensor del Milán Kaladze; el goleador del Olympiacos, el chipriota Konstantinou; el lituano Jankauskas, un sustituto de lujo en el Porto Campeón de Europa bajo el mando de Mourinho; Kallon quien brillase por instantes en el Inter, pero que poco pudo hacer por su natal Sierra Leona. Los arietes Nonda, y LuaLua, quienes se pasearon con éxito por el Viejo Continente pero no pudieron descollar en un mundial debido a la inferioridad de la selección de la Rep. Democrática del Congo.
Un reconocimiento a estos hombres por luchar contra la corriente y demostrarle al mundo del fútbol que no sólo en países de tradición nacen estrellas del deporte.
Virtuosos del balón, auténticos héroes en solitario que debieron forjar su camino a base de trabajo, pundonor pero sobretodo de mucha calidad para hacerse notar en un mundo deportivo que parecía no haber sido hecho a su medida. Valerosos errantes que decidieron emigrar a clubes foráneos para derrochar ese talento que no pudieron expresar en su país por no estar rodeados de jugadores que entendieran el fútbol a su manera.
En este rubro no deben faltar dos históricos que fácilmente pueden entrar en la lista de los futbolistas más destacados de la historia. El liberiano Weah y el norirlandés Best. Mientras el africano se convirtió en el primer jugador no europeo en ganar el Balón de Oro, el británico labró una majestuosa historia en el Manchester United. Weah fue considerado el ‘9’ perfecto. Alto, potente, buena gambeta y con el arco contrario dibujado entre ceja y ceja. Triunfó en el Milán y supo alejar el recuerdo de un tal Van Basten. En cuanto a Best, pese a sus polémicas, mostró su calidad. Creía ciegamente en su capacidad y no temía demostrarlo ante un furibundo grupo de defensores.
Existen más casos aun cuando no tan majestuosos. Dos finlandeses: Litmanen, un mago que hizo parte del Ajax que conquistó la Copa de Europa 94-95 y el férreo defensor del Liverpool Hyypia, conocido por su fortaleza y experiencia; tres galeses que brillaron en Inglaterra: Giggs como punta de lanza del Manchester United, Toshak formando el dúo dinámico junto a Keegan en el Liverpool y Bellamy; dos oriundos de Georgia, el ex-Ajax Arveladze y el fabuloso defensor del Milán Kaladze; el goleador del Olympiacos, el chipriota Konstantinou; el lituano Jankauskas, un sustituto de lujo en el Porto Campeón de Europa bajo el mando de Mourinho; Kallon quien brillase por instantes en el Inter, pero que poco pudo hacer por su natal Sierra Leona. Los arietes Nonda, y LuaLua, quienes se pasearon con éxito por el Viejo Continente pero no pudieron descollar en un mundial debido a la inferioridad de la selección de la Rep. Democrática del Congo.
Un reconocimiento a estos hombres por luchar contra la corriente y demostrarle al mundo del fútbol que no sólo en países de tradición nacen estrellas del deporte.
Más que una figura decorativa
Es cierto, el verdadero protagonista de este maravilloso y adictivo espectáculo que denominamos fútbol es el jugador. Sin embargo, no es el único participante de la fiesta. Jamás se debe olvidar la valía de un entrenador. Eso sería un error garrafal. Este deporte es colectivo, por tal, una suma de individualidades sin orden ni cabeza visible difícilmente podrá conformar un equipo competitivo. Los que se visten de cortos son los encargados de mover el balón dentro del campo de juego pero es el técnico quien maneja los hilos.
Por eso es una blasfemia destacar la Italia del 34 y 38 sin mencionar a Vittorio Pozzo, o una herejía hablar de ‘la naranja mecánica’ sin tocar el nombre de Rinus Michels; es impensable desligar a Sacchi del Milán, Cruyff del Barcelona o el mismo Ferguson del Manchester.
Y, como tantos en el pasado, en la actualidad varios entrenadores han logrado revertir el desempeño de su escuadra otorgándole una identidad.
En Argentina, Gustavo Alfaro con mucha seriedad logró hacer del Arsenal de Sarandí un conjunto compacto, ordenado, agresivo y muy táctico. Con esta estructura de trabajo pasó de ser un equipo pequeño a campeón de la Copa Sudamericana. Ramón Díaz logró convertir a San Lorenzo en un plantel de talla, con su liderazgo y sus movimientos tácticos.
En Europa tampoco escasean los de este género. José Mourinho con mucha sapiencia supo sacar avante al Porto y al Chelsea. Su carisma, su habilidad para motivar jugadores, pero sobre todo su capacidad de análisis del juego propio y ajeno lo llevaron a ser considerado un emblema de ambos oncenos; Pellegrini conjugando velocidad y precisión, pero dándole margen a la imaginación de sus pupilos logró llevar al Villarreal a puestos de honor; Paul Le Guen con su modelo ofensivo y lleno de libertades le dio estatus de grande al Lyon en Francia y Europa; Juande Ramos con disciplina, orden táctico y psicología deportiva encumbró a los ‘andaluces’ en lo más alto del fútbol europeo, sin mencionar el cambio de imagen que ha hecho en el Tottenham en poco tiempo. Pero no son sólo éstos, también se puede contar a Rafa Benítez, un incansable trabajador y estudioso del tema que triunfó en el Valencia y en el Liverpool; Felipao que logró hacer de una anárquica Portugal llena de estrellas, un equipo obediente y triunfador; Wegner, un abanderado de la cantera que marcó una era en los ‘gunners’, dándole una identidad, con el trabajo colectivo y toque a ras de suelo, sin perder la exquisita puntada final que caracteriza a todo onceno inglés.
Ellos son más que una figura decorativa, son los magos del banquillo.
Por eso es una blasfemia destacar la Italia del 34 y 38 sin mencionar a Vittorio Pozzo, o una herejía hablar de ‘la naranja mecánica’ sin tocar el nombre de Rinus Michels; es impensable desligar a Sacchi del Milán, Cruyff del Barcelona o el mismo Ferguson del Manchester.
Y, como tantos en el pasado, en la actualidad varios entrenadores han logrado revertir el desempeño de su escuadra otorgándole una identidad.
En Argentina, Gustavo Alfaro con mucha seriedad logró hacer del Arsenal de Sarandí un conjunto compacto, ordenado, agresivo y muy táctico. Con esta estructura de trabajo pasó de ser un equipo pequeño a campeón de la Copa Sudamericana. Ramón Díaz logró convertir a San Lorenzo en un plantel de talla, con su liderazgo y sus movimientos tácticos.
En Europa tampoco escasean los de este género. José Mourinho con mucha sapiencia supo sacar avante al Porto y al Chelsea. Su carisma, su habilidad para motivar jugadores, pero sobre todo su capacidad de análisis del juego propio y ajeno lo llevaron a ser considerado un emblema de ambos oncenos; Pellegrini conjugando velocidad y precisión, pero dándole margen a la imaginación de sus pupilos logró llevar al Villarreal a puestos de honor; Paul Le Guen con su modelo ofensivo y lleno de libertades le dio estatus de grande al Lyon en Francia y Europa; Juande Ramos con disciplina, orden táctico y psicología deportiva encumbró a los ‘andaluces’ en lo más alto del fútbol europeo, sin mencionar el cambio de imagen que ha hecho en el Tottenham en poco tiempo. Pero no son sólo éstos, también se puede contar a Rafa Benítez, un incansable trabajador y estudioso del tema que triunfó en el Valencia y en el Liverpool; Felipao que logró hacer de una anárquica Portugal llena de estrellas, un equipo obediente y triunfador; Wegner, un abanderado de la cantera que marcó una era en los ‘gunners’, dándole una identidad, con el trabajo colectivo y toque a ras de suelo, sin perder la exquisita puntada final que caracteriza a todo onceno inglés.
Ellos son más que una figura decorativa, son los magos del banquillo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)