viernes, 10 de octubre de 2008

Debut en familia

Está claro, los chipriotas del Anorthosis habían arrancado con buen pie su primera experiencia en la Champions League. Un meritorio empate sin tantos en el reducto del siempre peligroso Werder Bremen era ya su preciado botín.

El susto del comienzo había amainado, la ansiedad de lo desconocido había cesado y jugadores curtidos e ignotos ya contaban con un partido más en el torneo de mayor prestigio europeo. Por tal, la hora de presentarse ante su hinchada había llegado. El público congregado en el estadio Antonis Papadopoulos debía disfrutar de un debut por todo lo alto. Por eso, que mejor motivo que el de conmemorar el 48 aniversario de independencia del país, y más aún, engalanado con la presencia del Panathinaikos, un verdadero rival de lujo. Y no precisamente por su grandeza futbolística reflejada en los subcampeonatos de la Recopa Europea y la Intercontinental del 71, sino por su lugar de procedencia, Grecia.

Es que los helenos podrían ser considerados como los hermanos mayores de los chipriotas, pues fueron estos los que hace más de tres mil años arribaron a la isla y esparcieron gran parte de su cultura. Tal ha sido la cercanía de estas dos naciones, que de acuerdo a la mitología griega, esta isla mediterránea fue el lugar de nacimiento de Afrodita y Adonis.

Por eso, los pupilos de Ketsbaia tenían claro el objetivo, sentar un duro golpe a ese hermano rico que todo lo tuvo y que, incluso, estuvo a punto de anexarlos a su territorio. Era la forma de declararse un país maduro e independiente, ahora con el fútbol como punta de lanza.

Y no les bastó con eliminar en tercera ronda de la Pre-Champions al otro todopoderoso griego Olympiacos, pues con un fútbol rápido y punzante supo someter a un sorprendido Panathinaikos por un contundente 3-1. Es que el equipo de Famagusta aprovechó sus ocasiones y multiplicó sus cualidades. Un Savio rejuvenecido mostró a las claras el porqué hace un tiempo rindió en el Madrid, en tanto Traianos Dellas se batió como un gladiador, rememorando instantes de gloria, como aquellos de la Euro 2004.

En conclusión, el pequeño Anorthosis se agigantó para su primera fiesta familiar

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